En un contexto de tensiones políticas, Chile vota este domingo en un plebiscito que podría marcar un cambio histórico en su Constitución, enfrentando la propuesta de la derecha con la resistencia de la izquierda.
Ciudadanos chilenos acuden a las urnas en un plebiscito clave para decidir sobre una nueva propuesta constitucional, en medio de un clima de división política.
Este domingo, Chile se enfrenta a un momento crucial en su historia política: un nuevo plebiscito constitucional. Tras el rechazo en el referéndum de 2022, el país vuelve a las urnas bajo la presidencia de Gabriel Boric, quien ha advertido que este será su último intento de reformar la Constitución de 1980, heredada de la era Pinochet.
El fracaso del referéndum anterior, donde un 61,9% de la población rechazó la propuesta de una Convención Constitucional progresista, ha llevado a una nueva votación. Esta vez, la propuesta viene del Consejo Constitucional, dominado por la derecha tras obtener una mayoría en las elecciones de consejeros.
La nueva propuesta constitucional ha generado controversia. Mientras la derecha la respalda, la izquierda la critica por considerar que profundiza las desigualdades sociales. Entre sus principales puntos, destaca el compromiso del Estado con la salud pública, el derecho preferente de los padres sobre la educación de sus hijos, y un sistema de pensiones mixto, público y privado.
En el ámbito político, propone reducir el número de diputados y mantener el Senado, además de establecer un umbral mínimo del 5% de votos para la representación partidaria. Respecto a los pueblos indígenas, que constituyen el 9% de la población chilena, la propuesta los reconoce como parte de la nación, pero ha sido criticada por su enfoque limitado en derechos y participación política.
La igualdad de género y el aborto son otros temas de disputa. La propuesta no establece normas específicas para garantizar la igualdad entre hombres y mujeres y adopta una postura conservadora sobre el aborto, lo que ha generado discrepancias.
El presidente Boric, aunque no se ha pronunciado oficialmente, ha enfatizado que este plebiscito será la última oportunidad para reformar la actual Constitución. Por su parte, la coalición Frente Amplio y el Partido Socialista de Chile han expresado su rechazo a la propuesta, argumentando que favorece a la élite económica y excluye a gran parte de la población.
En contraste, la derecha y los partidos ultraconservadores ven en la propuesta una oportunidad para cambiar el futuro de Chile. Sin embargo, incluso entre ellos hubo oposición inicial a retomar el proceso constituyente tras el fracaso del plebiscito de 2022.
Las encuestas sugieren que la propuesta podría ser rechazada nuevamente, aunque con un margen menor que en el referéndum anterior. Un 46% votaría en contra, mientras que un 38% estaría a favor, y un 16% aún indeciso.
Este plebiscito, obligatorio según la actual Constitución, se celebra en un contexto de incertidumbre y división política. Si gana el ‘apruebo’, significará la derogación de la Constitución de 1980, abriendo la puerta a futuros cambios. Un triunfo del ‘rechazo’ mantendría el status quo y marcaría el fin de la reforma constitucional durante el mandato de Boric, quien se enfocaría en gobernar y cumplir sus promesas de campaña.