Salvatore Mancuso, llegando a Colombia extraditado de EE.UU., encara un futuro judicial incierto mientras se posiciona como pieza clave en la paz.
Con su regreso a Colombia, Salvatore Mancuso enfrenta la justicia y se suma a esfuerzos de paz, marcando un hito en la reconciliación nacional.
"El retorno de Salvatore Mancuso Gómez al suelo colombiano se efectuó este martes 27 de febrero, proveniente de un vuelo de deportados desde Estados Unidos. A su llegada, se procedió con las formalidades migratorias correspondientes, y acto seguido, fue entregado a la custodia de la Policía Nacional", confirmó Migración Colombia a través de X, la plataforma previamente conocida como Twitter.
La recepción de Mancuso estuvo a cargo de Fernando García, director de Migración Colombia, y de la encargada de la Unidad para la No Repetición del Ministerio de Exteriores, simbolizando un fuerte compromiso con los ideales de paz y reconciliación nacional.
Posteriormente, Mancuso fue sometido a un proceso migratorio antes de ser detenido bajo medidas de seguridad extremas, dado el alto riesgo que representa. Su designación como gestor de paz por el presidente Gustavo Petro resalta su voluntad de cooperar con el Estado en el proceso de pacificación.
El exlíder paramilitar está previsto para comparecer ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), tribunal creado tras los acuerdos de paz de 2016 para juzgar a los implicados en el conflicto armado interno. Mancuso enfrenta acusaciones por su involucramiento en más de 600 asesinatos, el desplazamiento de cerca de 1.000 personas y decenas de desapariciones forzadas.
Conocido en su época de combate como 'Triple Cero', Mancuso fue sentenciado a 40 años de prisión por la masacre de El Aro en 1997, donde 15 personas fueron asesinadas y muchas más desplazadas. Sin embargo, su condena fue interrumpida al acogerse a la Ley de Justicia y Paz, una iniciativa del entonces presidente Álvaro Uribe para la desmovilización paramilitar.
Durante los últimos dos años, Mancuso ha estado detenido en un centro de retención en EE.UU., cumpliendo una condena por delitos de narcotráfico. Su retorno a Colombia no solo abre capítulos pendientes en la justicia sino que también plantea preguntas profundas sobre los caminos hacia la verdadera paz y reconciliación en el país.