Este menor crecimiento se debe, en gran medida, al cierre de la mina Cobre Panamá, que contribuyó directa e indirectamente alrededor del 5% del PIB de Panamá. Además, el organismo ve probable que el crecimiento en el sector no minero también se desacelere, ya que la fuerte recuperación de la pandemia ha llegado «probablemente» a su fin.
«Las perspectivas económicas a corto plazo están sujetas a un alto grado de incertidumbre y Panamá se enfrenta a mayores costes de financiación. Si bien, la balanza de riesgos se inclina a la baja», ha explicado el personal técnico del FMI tras la elaboración de las conclusiones de Artículo IV.
Así, a mediano plazo, se espera que el PIB crezca alrededor del 4%, sujeto a una incertidumbre considerable, ya que es poco probable que la construcción y la inversión brinden el mismo apoyo que antes de la pandemia.
En este contexto, el FMI ha advertido que Panamá enfrenta otros riesgos clave como la pérdida del grado de inversión, un mayor malestar social, o las consecuencias del fin de la producción de cobre (incluidos los procedimientos de arbitraje internacional).
El riesgo de nuevas rebajas de la calificación soberana es alto en caso de que las autoridades no cuenten con un plan «creíble». Esta revisión a la baja supondría un aumento de los costes de financiación y exacerbaría una posible dinámica adversa de la deuda.
Por otro lado, el FMI ha apuntado que cumplir el objetivo de déficit fiscal del 2% del PIB para 2024 requerirá una compresión excesivamente grande de la inversión pública.
Por último, en lo que se refiere al sistema bancario, el FMI ha calificado de «imperativo» que este siga estando bien capitalizado y sea líquido. En general, ha valorado el sistema como resiliente frente a escenarios de recesión severa pero los riesgos han aumentado en medio de tasas de interés más altas y una economía en desaceleración.