Este miércoles falleció Juan Ricardo Sosa, un ex obrero de Salto Grande, dejando un vacío y una sensación de injusticia en su comunidad. Sosa, conocido por su dedicación en la construcción y desarrollo de la represa hidroeléctrica, partió sin haber recibido la compensación que le correspondía por sus años de trabajo.
La noticia de su fallecimiento ha generado una oleada de indignación y tristeza, especialmente entre los ex obreros de Salto Grande, quienes llevan años luchando por el reconocimiento y la compensación de su labor. La falta de empatía del gobierno hacia el Movimiento de ex obreros es evidente y dolorosa. La muerte de Sosa resalta la urgencia de esta causa, una causa que se considera la más justa del país.
En este contexto, surge la pregunta al Presidente: ¿Hasta cuándo seguirán falleciendo ex obreros con las manos vacías? Esta situación no solo es una falta de justicia, sino también una muestra de la indiferencia gubernamental hacia aquellos que han contribuido significativamente al desarrollo del país.
El próximo 30 de junio, los ex obreros de Salto Grande tienen una cita con la historia. Su voz se hará sentir en cada urna del país, no como una amenaza, sino como un llamado a la justicia. Este movimiento busca reivindicar los derechos de aquellos que dejaron un legado perdurable en la represa hidroeléctrica.
La comunidad de ex obreros insiste en la necesidad de que el gobierno y los legisladores actúen. Se pide que se firme el proyecto que convertirá en ley la minuta 86, previamente votada por los legisladores. Este proyecto representa una esperanza para muchos, una oportunidad de que finalmente se reconozca y compense adecuadamente su trabajo.
La lucha de los ex obreros de Salto Grande no es solo por ellos, sino por la memoria de compañeros como Juan Ricardo Sosa, cuyo sacrificio y esfuerzo merecen ser honrados. La justicia, la empatía y la acción legislativa son imperativos para que esta reivindicación se haga realidad.