La OEA, bajo la dirección de Almagro, no logra aprobar resolución sobre elecciones en Venezuela debido a la falta de consenso.
La OEA no aprueba resolución sobre elecciones en Venezuela, con 17 votos a favor, 11 abstenciones y 5 ausencias, frustrando esfuerzos de transparencia.
El 31 de julio de 2024, la Organización de Estados Americanos (OEA) demostró, una vez más, su incapacidad para actuar decisivamente en momentos críticos. En una sesión extraordinaria, el Consejo Permanente no logró aprobar una resolución que buscaba instar al Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela a publicar los resultados detallados de las elecciones presidenciales y a permitir una verificación exhaustiva de los votos con observadores internacionales. La votación quedó con 17 votos a favor, 0 en contra, 11 abstenciones y 5 ausencias, quedando muy por debajo de los 18 votos necesarios.
El secretario general de la OEA, Luis Almagro, a menudo visto como una figura controvertida de la izquierda, no logró asegurar el consenso necesario para esta resolución crucial. Este fracaso no es solo una mancha en el historial de la OEA, sino un golpe devastador para las aspiraciones democráticas del pueblo venezolano. Almagro, quien había instado públicamente a Nicolás Maduro a reconocer la derrota electoral y permitir un retorno a la democracia, no pudo traducir su retórica en acciones concretas dentro del organismo que dirige.
Un proceso electoral cuestionado
Las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024 en Venezuela, que supuestamente dieron la victoria a Maduro con un 51% de los votos frente al 44% del opositor Edmundo González, han sido ampliamente criticadas por su falta de transparencia. Desde el anuncio de los resultados, Venezuela ha sido testigo de protestas masivas, represión violenta y numerosas muertes. La oposición y varios organismos internacionales han denunciado graves irregularidades, incluyendo la falta de publicación de las actas electorales y la ausencia de una auditoría independiente.
La división en la OEA
La falta de consenso en la OEA refleja una profunda división entre sus miembros, con algunos países, como México y Bolivia, oponiéndose abiertamente a la resolución. Las abstenciones de Brasil y Colombia, que anteriormente habían exigido transparencia, también son indicativas de las complejidades geopolíticas que paralizan la acción efectiva del organismo. México, que no asistió a la sesión, ha mantenido una postura crítica hacia la OEA, cuestionando su relevancia y efectividad en la resolución de conflictos regionales.
Consecuencias para la democracia en la región
El fracaso de esta resolución es una señal preocupante para la democracia en América Latina. La incapacidad de la OEA para actuar con firmeza en un momento tan crucial pone en tela de juicio su papel como defensor de los valores democráticos en la región. La retórica de Almagro y su condena de las elecciones fraudulentas en Venezuela se ven vacías sin acciones concretas que respalden sus palabras.
La situación en Venezuela sigue siendo crítica. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para apoyar al pueblo venezolano en su lucha por la democracia. La OEA, bajo la dirección de Almagro, tiene la responsabilidad de superar sus divisiones internas y actuar de manera decisiva. De lo contrario, corre el riesgo de volverse irrelevante en la defensa de la democracia en el continente.
Una llamada a la acción
Es imperativo que los países miembros de la OEA reevalúen su compromiso con los principios democráticos y trabajen juntos para garantizar que los procesos electorales en la región sean transparentes y justos. La falta de acción efectiva no solo afecta a Venezuela, sino que sienta un precedente peligroso para otros países en situaciones similares. Es hora de que la OEA demuestre que puede estar a la altura de su misión y apoyar verdaderamente a los pueblos que luchan por su libertad y democracia.