¿Qué significa para Salto perder la oportunidad de inversión como la de El Dorado por la negativa de los ediles del Partido Nacional?

¿Cómo afecta a Salto la negativa de los ediles del Partido Nacional a la inversión de El Dorado y qué implica para su desarrollo?
¿Qué significa para Salto perder la oportunidad de inversión como la de El Dorado por la negativa de los ediles del Partido Nacional?

La negativa de los ediles del Partido Nacional a la inversión de El Dorado en Salto plantea interrogantes sobre el futuro económico del departamento.

La negativa de los ediles del Partido Nacional a la instalación de El Dorado plantea preguntas sobre el futuro económico y laboral de Salto.

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Gonzalo Sualina
Por Gonzalo Sualina
Periodista
En tiempos donde Salto necesita inversiones que impulsen el laburo y el crecimiento, la negativa de los ediles del Partido Nacional, Facundo Marziotte y Augusto Bonet, a la instalación del supermercado El Dorado en la ciudad, ha generado indignación y preocupación. En vez de apostar al desarrollo, estos ediles parecen más interesados en mantener el estancamiento de un departamento que está pidiendo a gritos más inversión y oportunidades.

Supermercados El Dorado, una cadena con más de 90 años en el país, planteaba abrir una nueva gran superficie en Salto. Esta inversión hubiera significado puestos de trabajo para decenas de salteños, además de precios más accesibles y una oferta mayor de productos. Pero, a pesar de todos los beneficios que esta inversión podría haber traído al departamento, Marziotte y Bonet decidieron darle la espalda al progreso.

Una oportunidad desperdiciada

La instalación de un supermercado de la magnitud de El Dorado no es cosa de todos los días. Hablamos de una inversión que no solo genera laburo directo, sino que también dinamiza la economía local. Cada peso que entra a Salto por inversiones como esta tiene un efecto multiplicador, beneficiando a comercios, servicios y hasta a los pequeños productores que podrían haber encontrado nuevos canales de venta.

Negarse a una inversión de este tipo es prácticamente un tiro en el pie. No solo se le dice que no a puestos de trabajo, sino también a la posibilidad de ofrecerle a los salteños productos más baratos. Hoy en día, con la plata que cuesta cada vez más rendir, cualquier alivio en los precios de productos básicos como la carne, los lácteos o las frutas y verduras, es más que bienvenido.

Entonces, ¿qué pasa por la cabeza de estos ediles? ¿Cómo pueden justificarle al pueblo de Salto que es mejor seguir igual, sin progreso, sin nuevas oportunidades?

La falta de visión de Marziotte y Bonet

Lo más preocupante de esta situación es la falta de visión de estos representantes políticos. Facundo Marziotte, que tiene aspiraciones de ser diputado, ha demostrado que no entiende la importancia de atraer inversiones al departamento. Si hoy se niega a proyectos que generan laburo y crecimiento, ¿qué podemos esperar de él en un cargo de mayor responsabilidad?

Augusto Bonet no se queda atrás. Su negativa a apoyar la instalación de El Dorado muestra un claro desinterés por el bienestar de los salteños. Esta postura no solo frena el progreso, sino que también desalienta a otros inversores que podrían haber visto a Salto como un lugar atractivo para desarrollar sus proyectos.

Los ediles tienen la responsabilidad de hacer que Salto avance, no que se quede en el tiempo. Pero decisiones como esta solo demuestran que prefieren seguir en la mediocridad, en vez de apostar a un futuro mejor para todos.

El impacto en el día a día de los salteños

Al rechazar esta inversión, Marziotte y Bonet están afectando directamente la calidad de vida de los salteños. Porque no solo estamos hablando de laburos que no se van a crear, sino también de precios más altos que van a seguir castigando a las familias. Hoy en día, en Salto, los precios de muchos productos básicos son más caros que en otros departamentos, y la llegada de un supermercado como El Dorado podría haber cambiado esa realidad.

Imaginate lo que significa para un jubilado o una familia con hijos poder acceder a precios más bajos en la canasta básica. Eso hace una diferencia enorme, y sin embargo, esos beneficios se desvanecen gracias a la postura de estos ediles que parecen más interesados en mantener ciertos privilegios que en mejorar la vida de sus votantes.

¿Qué futuro queremos para Salto?

La gran pregunta es: ¿qué Salto queremos para el futuro? ¿Uno que siga estancado, sin inversión, sin laburo, sin oportunidades? ¿O un Salto que apueste al desarrollo, que le abra las puertas a nuevas empresas y que genere trabajo para su gente?

Los que rechazaron esta inversión están jugando con el futuro del departamento. Están diciendo que prefieren que las cosas sigan como están, en vez de buscar nuevas formas de mejorar la economía local. Y eso no es solo una falta de visión, es una falta de compromiso con la gente que los eligió para representarlos.

La importancia de atraer más inversiones

Salto tiene todo el potencial para convertirse en un polo de desarrollo, pero para eso necesitamos que lleguen más inversiones. Y no solo grandes superficies como El Dorado, sino también industrias, servicios y otros emprendimientos que generen trabajo y oportunidades.

Si seguimos rechazando oportunidades como esta, ¿qué mensaje le estamos dando a los inversores? Que Salto no está abierto a los negocios, que es mejor llevar las inversiones a otro lado. Y eso, a largo plazo, nos va a dejar en el mismo lugar de siempre: un departamento sin laburo, con pocos recursos y con gente que tiene que irse a buscar trabajo a otros lugares.

Los ediles deben reconsiderar su postura

Es momento de que los ediles como Marziotte y Bonet reconsideren su postura y empiecen a pensar en el futuro de Salto. No podemos seguir perdiendo oportunidades por cuestiones políticas o ideológicas. Es su deber poner los intereses del departamento y de su gente por encima de todo, y eso significa apoyar las inversiones que traen trabajo y desarrollo.

Salto merece más. Merece laburo, merece progreso, merece un futuro mejor. Y los representantes políticos tienen la obligación de asegurarse de que ese futuro sea una realidad.

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