Carlos Ratín, directivo del Hospital de Salto, en el centro de las críticas por la situación hospitalaria.
Rattín, miembro de Vamos Salto y directivo del hospital, busca seguir en el beneficio político pese al caos y favoritismos en el nosocomio.
En la reciente entrevista de Mariano Casola, se hizo mención a la trayectoria de Carlos Rattin, quien no solo forma parte de Vamos Salto, sino que también ocupa un lugar en la directiva del Hospital de Salto. Sin embargo, su nombre está lejos de estar limpio, y su rol en el nosocomio ha estado marcado por un caos administrativo que incluye favoritismos y la defensa de médicos señalados por abusos. La pregunta es clara: ¿qué busca Rattin al seguir acomodado en las listas políticas?
Salto Al Día investigó recientemente la situación del Hospital de Salto y encontró un escenario alarmante. Bajo la dirección de Rattin, el hospital se ha convertido en un terreno donde el amiguismo prevalece y los médicos cuestionados por malas praxis siguen intocables. Los funcionarios denuncian un ambiente tóxico, donde la persecución es común, especialmente bajo la jefatura de cirugía, y las malas prácticas y muertes relacionadas pasan desapercibidas para la justicia.
Además, en este hospital no es raro ver cómo se contratan profesionales sin la debida cualificación, como el reciente caso de una anestesista trucha, mientras las esperas en la emergencia se vuelven insoportables y los pacientes permanecen internados sin ser atendidos correctamente. Médicos que no visitan a sus pacientes y los mantienen en el hospital durante días innecesariamente, cuando muchos podrían recibir el alta, es parte del desorden que caracteriza a esta institución.
Entonces, ¿para qué se mantiene Rattin en listas políticas? ¿Para seguir perpetuando un sistema ineficaz y lleno de irregularidades? La falta de interés de Rattin en resolver la grave situación del hospital público que dirige deja claro que sus aspiraciones políticas no buscan mejorar la calidad de vida de los salteños, sino continuar con una línea de inacción y mantener los beneficios de un lugar de poder y beneficios económicos.
La situación del Hospital de Salto es un reflejo de la gestión de Rattin: persecución a médicos y nurses, contratos dudosos y una emergencia saturada que muestra el completo desinterés por mejorar. Rattin parece más interesado en mantenerse cómodo en la política, sin resolver los problemas que azotan a la salud pública. Si no ha logrado mejorar el hospital que dirige, ¿qué se puede esperar de él en la política? Salto necesita líderes comprometidos, no figuras que busquen un asiento para seguir sin hacer nada.