La escena del crimen en La Paloma dejó en evidencia las tensiones entre los implicados y la violencia desatada en el barrio.
Los condenados, amigos desde la infancia, protagonizaron un violento encuentro en La Paloma que terminó en tragedia y sentencias de cárcel.
La Justicia condenó a dos jóvenes involucrados en un homicidio ocurrido en el barrio La Paloma, un caso que dejó ver la crudeza de la vida delictiva que ambos llevaban desde jóvenes. Iván, el más conocido en el barrio, fue sentenciado a nueve años tras dar una versión falsa de los hechos, mientras que Kevin, el autor de los disparos, recibió 14 años de prisión en un juicio abreviado.
Todo comenzó una mañana de abril de 2023, cuando Iván llegó en moto hasta la casa de la víctima. Según testigos y cámaras de seguridad, allí se desató una acalorada discusión, con recriminaciones y amenazas. Iván, reconocido por llevar un cabestrillo en el brazo, se retiró furioso, dejando a la víctima con la advertencia de no volver a cruzarse.
Iván luego buscó a Kevin, su amigo de la infancia y conocido por haber estado preso varias veces. En la casa de Kevin, ambos planearon el siguiente movimiento. Kevin relató que Iván le pidió un arma de fuego, pero él se negó, considerando que era algo personal. No obstante, lo acompañó en la moto hacia el lugar donde habían tenido el altercado.
Al llegar nuevamente a la casa de la víctima, Iván y Kevin preguntaron si estaba presente. Sin embargo, al no encontrarlo, decidieron irse. Justo en la esquina, se cruzaron con él y, tras una breve discusión, Kevin tomó el arma y disparó, afirmando luego que no tenía intención de matar. Las balas impactaron en las piernas y cadera del joven, lesiones que resultaron mortales.
Kevin y Iván se retiraron rápidamente del lugar, no sin antes balear la fachada de la casa. Las pruebas recogidas, entre ellas declaraciones de testigos y grabaciones de seguridad, contradijeron las versiones iniciales que ambos habían dado a las autoridades.
Durante el juicio, Iván trató de minimizar su papel, asegurando que no conocía a la víctima y que solo estaba en el lugar por un desafortunado error. Sin embargo, los mensajes de texto periciados contaron otra historia: Iván intentó borrar evidencia y mostró su lado más oscuro, como él mismo describió en uno de sus mensajes.
La versión de Kevin, aunque también sombría, fue más coherente y respaldada por pruebas, lo que permitió al juez sentenciar a ambos de manera justa. El caso deja una lección sobre la violencia en las calles y cómo las amistades de la niñez pueden torcerse hacia un destino trágico.