El accidente ocurrió en una concurrida intersección de Salto, dejando a una joven con lesiones graves.
Un edil del Partido Nacional, con espirometría positiva, estuvo involucrado en un accidente que dejó a una joven herida de gravedad tras una colisión en Salto.
Una tarde cualquiera, un choque brutal sacudió la tranquilidad de las tres avenidas más transitadas de Salto. ¡Una colisión feroz, inesperada y aterradora! Un auto, manejado por un edil del Partido Nacional, irrumpió sin control, desafiando cualquier regla de sentido común. Sin siquiera detenerse a mirar, el conductor lanzó su vehículo hacia la avenida Gobernador de Viana. De repente, una moto que llevaba a una pareja a bordo fue golpeada de lleno. El estallido del impacto resonó por todas partes. Caos total.
La joven, acompañante en la moto, fue arrojada al aire, como si el destino mismo se hubiera ensañado con ella. Al caer al asfalto, su pierna quedó destrozada: una fractura expuesta tan espantosa que quienes estaban cerca no pudieron evitar apartar la mirada. Gritos, desesperación. Mientras la ambulancia de ASSE llegaba a toda prisa, el conductor de la moto, herido pero milagrosamente consciente, se esforzaba por mantenerse despierto. Su cuerpo dolía, pero aún podía hablar, quizás por el puro shock que lo mantenía alerta. A su alrededor, la policía y algunos familiares observaban la escena con una mezcla de horror e impotencia.
Pero el escándalo no termina ahí. El edil, que no sufrió ni un rasguño, estaba bajo los efectos del alcohol. La espirometría fue contundente: POSITIVA. ¿Cómo puede ser? Un representante público, alguien que debería ser ejemplo de conducta, manejando bajo la influencia. Increíble. Los vecinos, testigos de lo ocurrido, no tardaron en alzar la voz: "¡Se tiró como loco! ¡Ni miró! Y levantó a los gurises como si fueran hojas secas en la calle". El enojo era palpable. La comunidad, que ya había visto demasiados accidentes en ese fatídico cruce, estallaba en críticas.
El sitio del siniestro, lleno de fragmentos de la moto y marcas de neumáticos, parecía una zona de guerra. ¿Cómo se llega a esto? ¿Cómo es posible que sigamos viendo este tipo de conductas temerarias en nuestras calles? La ambulancia cargó a la joven, su destino incierto, mientras el conductor de la moto, rodeado de paramédicos y policías, trataba de reconstruir mentalmente lo que había pasado. Pero, ¿qué explicación lógica se puede dar cuando la imprudencia gobierna?
Los curiosos, congregados alrededor, intercambiaban miradas de incredulidad. El edil, cuyo nombre aún no se había revelado, permanecía en el auto, mirando al vacío, tal vez consciente del desastre que acababa de causar. La tensión se palpaba en el aire, una mezcla de furia y frustración. No es la primera vez que un accidente de esta magnitud ocurre en ese lugar, pero el hecho de que un político estuviera involucrado y, encima, alcoholizado, elevaba la indignación de todos.
¿Qué tipo de mensaje se está enviando a la comunidad cuando quienes nos representan actúan con semejante irresponsabilidad? El accidente no es solo una tragedia física, sino también un golpe a la confianza pública. ¿Cuántos más deben sufrir por decisiones tan insensatas? Las heridas de la joven, por graves que sean, podrían sanar con el tiempo, pero el impacto emocional de este accidente quedará grabado en la memoria colectiva por mucho más.
Las calles de Salto, ya peligrosas de por sí, se convierten en trampas mortales cuando el volante está en manos equivocadas. ¿Y qué decir del sistema que debería impedir esto? ¿Cómo es posible que un edil maneje en ese estado, sin que nadie lo detenga? La comunidad exige respuestas, pide justicia. La espirometría positiva no es un simple detalle, es un símbolo del desprecio por la seguridad de los