Editorial: La voracidad del poder en Salto


Gonzalo Sualina
Por Gonzalo Sualina
Periodista
Hoy, Salto se encuentra en medio de una encrucijada política que huele a ambición desmedida y juegos de poder. En esta carrera desesperada por la Intendencia y la diputación, la Lista 1 de Malaquina, liderada por Horacio de Brum y otros actores políticos, han dejado en claro que su único objetivo es ganar, cueste lo que cueste. Pero, ¿para qué quieren llegar a esos cargos? La respuesta, lamentablemente, no está en mejorar la calidad de vida de los salteños, sino en seguir alimentando un sistema de acomodos y negociados que nada tiene que ver con el bienestar de nuestra gente.

Es necesario que los salteños comprendan que estas figuras políticas no han demostrado un interés genuino por cambiar la realidad agobiante que vive nuestro departamento. Los problemas de empleo, seguridad y la pérdida de la belleza que alguna vez tuvo nuestra ciudad siguen siendo asuntos pendientes que nadie se ha comprometido a solucionar. De Brum y compañía no representan más que una cara nueva de la vieja política: esa que solo se reúne para negociar cargos y lugares de poder, sirviéndose del voto de la gente para beneficio propio.

El juego sucio del dinero en la política

En los últimos tiempos, hemos visto cómo Horacio de Brum se ha dedicado a comprar lealtades con dólares en mano, atrayendo a militantes de otros sectores políticos con promesas de puestos y beneficios. Esta acción, que claramente deja en evidencia la desesperación por sumar apoyos, revela la falta de principios y compromiso con Salto. No se trata de atraer a personas por sus ideales o su amor al departamento; se trata de ofrecer dinero, favores y cargos a cambio de votos. Es la política reducida a un negocio, donde el único objetivo es mantenerse a flote en la carrera electoral, sin importar a qué precio.

¿Y qué ha hecho De Brum por Salto en todo este tiempo? Nada. Ya tuvo su oportunidad cuando fue suplente de Cecilia Eguiluz, y Salto no vio ni una mejora significativa ni un cambio de rumbo que beneficiara a sus ciudadanos. ¿En qué se benefició Salto con su participación política? En nada. Fue solo otra cara en la lista de los que buscan el acomodo fácil y los beneficios del poder sin devolverle nada al pueblo que los puso allí.

Los líderes que Salto perdió: Malaquina y Minutti

Recordemos a figuras como Eduardo Malaquina y Eduardo Minutti, políticos que, con sus errores y aciertos, supieron hacer de Salto un polo de desarrollo sustentable. Ellos se preocuparon por crear obras, atraer inversiones y darle a Salto una identidad de progreso. No se trata de idealizarlos, pero es innegable que marcaron una época en la que Salto avanzaba y no retrocedía. Hoy, ninguno de los que pretenden reemplazarlos tiene la talla ni el compromiso necesario para hacer lo mismo.

Los políticos de hoy, esos que se pelean por cargos y se enredan en disputas internas por espacios de poder, no están interesados en el futuro de Salto. Solo piensan en el acomodo, en cómo asegurarse un lugar en la Intendencia o en el Parlamento para seguir engordando sus bolsillos. Y si De Brum llega al Parlamento, que nadie se haga ilusiones: Salto seguirá estancado, sin inversiones ni proyectos que lo impulsen hacia adelante. La historia se repetirá una y otra vez, y los únicos beneficiados serán ellos, los que están sentados en sus cómodas oficinas negociando nuestra ciudad como si fuera su coto de caza personal.

Un futuro sin cambios para Salto

El mensaje de esta editorial es claro: Salto no verá cambios reales si seguimos votando a los mismos de siempre, a los que solo aparecen cada cinco años para prometer lo que no cumplirán. La Intendencia seguirá siendo un lugar de acomodo, y los problemas de seguridad, empleo y el deterioro de la ciudad no tendrán solución porque simplemente no les interesa.

La ciudadanía salteña merece más. Merece políticos que trabajen con honestidad, que busquen soluciones reales y que no se limiten a negociar cargos y favores. Este 2024, es vital que los votantes tengan presente lo que les estamos diciendo: guarden esta editorial, recuerden estas palabras. Porque dentro de unos años, cuando nada haya cambiado y Salto siga estancado en la misma mediocridad, sabrán que ya se les advirtió.

Horacio de Brum y su séquito de advenedizos no harán nada por Salto. No habrá progreso, no habrá futuro, solo promesas vacías y la repetición de un ciclo vicioso que viene golpeando al departamento hace años. El poder sigue siendo la única motivación, y la realidad de los salteños, lamentablemente, continuará sin importarles.

El futuro de Salto no está en los billetes de De Brum ni en las negociaciones por debajo de la mesa. Está en un verdadero cambio de mentalidad, en exigir más de nuestros representantes y en dejar de votar a quienes ya han demostrado, una y otra vez, que solo les interesa llenarse los bolsillos a costa del esfuerzo y la esperanza de la gente.

Salteños, es hora de abrir los ojos y no dejarse engañar. No se trata de cambiar de nombres, sino de cambiar de rumbo. Porque los que hoy pretenden gobernar no son más que una triste sombra de lo que alguna vez fueron los líderes que verdaderamente hicieron crecer a nuestra querida ciudad.

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