Hidrógeno verde: ¿el futuro energético de Uruguay o una promesa llena de desafíos?

Uruguay apuesta al hidrógeno verde, pero la falta de claridad y los impactos locales generan dudas sobre su verdadero beneficio.

El desarrollo de energías limpias abre oportunidades, pero plantea preguntas sobre sostenibilidad y el impacto real en la sociedad.

El hidrógeno verde podría transformar Uruguay, pero los interrogantes sobre sus beneficios reales para las comunidades y la gestión del agua siguen sin respuesta.

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Uruguay ha sido siempre una tierra de vientos y aguas, una nación pequeña que mira al mundo con ambición. Y en medio de esa mirada surge el hidrógeno verde, una energía prometida como la solución para llevar al país hacia el futuro. Pero como suele pasar en estas tierras, lo que se pinta con tanto entusiasmo también viene acompañado de dudas, debates y, claro, alguna que otra polémica.

La "Hoja de Ruta de Hidrógeno Verde", trazada por diversos actores del sector público y privado, pretende marcar un hito. Imaginemos una planta gigantesca en Paysandú produciendo e-fuels y proyectando al país como líder en energías renovables. Suena como la mejor de las apuestas, la más grande inversión de nuestra historia. Pero... siempre hay un pero. Según la Red Académica para la Promoción, Investigación y Desarrollo del Hidrógeno y la Descarbonización en Uruguay (RedH2uy), esto aún no se puede considerar una política de Estado. Faltan los debates interpartidarios, esos en los que se discute todo, desde lo nacional hasta lo municipal, y donde se decide si realmente estamos todos de acuerdo.

Grandes promesas, pero ¿para quién?

Cuando se habla del hidrógeno verde, lo primero que se nos viene a la mente es la sostenibilidad. Una energía limpia, renovable, que puede cambiar las reglas del juego. Pero Uruguay ya conoce bien este camino: explotamos nuestros recursos naturales, pero no siempre se traduce en mejores condiciones de vida para nuestra gente. Es fácil hablar de productividad, pero lo difícil es lograr que esa productividad tenga impacto real en las comunidades.

La RedH2uy lo dice sin rodeos: Uruguay ha sido eficiente en la explotación de sus recursos, pero la creación de valor agregado y la mejora en la calidad de vida aún son asignaturas pendientes. Y en este caso, con la nueva industria del hidrógeno verde, esas preguntas vuelven a la mesa. ¿Qué impacto tendrá en nuestras vidas? ¿Cómo van a beneficiar estos proyectos a las comunidades locales?

La voz de los académicos: el rol de la ciencia en esta aventura

Lo que está claro es que, para que el hidrógeno verde realmente sea un motor de cambio, no podemos dejar la ciencia de lado. Y eso lo saben bien los académicos de la RedH2uy, que agrupa a investigadores de la Universidad de la República (Udelar), la Universidad Tecnológica (UTU), el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), entre otros. Todos ellos coinciden en una cosa: si queremos que esta aventura tenga éxito, necesitamos involucrar al sistema científico nacional. Hasta ahora, aunque se han mantenido intercambios con el Ministerio de Industria, Energía y Minas (MIEM), los compromisos específicos todavía no están claros.

Los proyectos: ¿éxito o repetición del mismo cuento?

Actualmente, hay cuatro proyectos de hidrógeno verde identificados por la Agencia Internacional de Energía (IEA) en Uruguay. El proyecto H24U en Pueblo Centenario, el Tambor Green Hydrogen Hub en Tambores, la planta de HIF Global en Paysandú, y el proyecto H2U Offshore Ancap, que está en proceso de licitación. HIF Global parece ser uno de los más ambiciosos, con su planta para la producción de combustibles sintéticos. Mientras tanto, el proyecto Tambor prevé producir metanol, mayormente para exportación.

¿Y qué tiene que ver esto con el ciudadano de a pie? Acá es donde el dilema se pone interesante. ¿Seguiremos siendo un país que simplemente exporta commodities, sin aprovechar la oportunidad de desarrollar un sector productivo que realmente beneficie a nuestra gente? La RedH2uy insiste en que las condiciones de los proyectos deben garantizar mejoras reales y permanentes en las comunidades locales, algo que históricamente no siempre ha ocurrido.

El informe menciona, por ejemplo, que las poblaciones cercanas al Proyecto Tambor viven una realidad distinta a la que sugiere el proyecto en sí. Faltan servicios básicos, hay escasez de recursos. ¿Será esta vez diferente?

Transparencia, siempre la gran ausente

Uno de los puntos más críticos del informe de la RedH2uy es la falta de transparencia en los proyectos de hidrógeno verde. Aunque algunos detalles técnicos pueden ser reservados, la gente tiene derecho a saber cómo estos proyectos impactarán en sus vidas y en el medio ambiente. Y aquí es donde comienzan las inquietudes. La información ha sido escasa, y eso ya está generando preocupaciones, especialmente entre quienes viven cerca de los lugares donde se instalarán las plantas.

Un reciente estudio de la Cátedra Unesco detectó un problema serio de desinformación en torno al Proyecto Tambor, y eso puede ser solo el comienzo si no se garantiza un acceso claro y transparente a la información.

El agua, ese recurso que siempre olvidamos

Uruguay puede tener grandes planes para el hidrógeno verde, pero hay algo que no podemos ignorar: el uso del agua. Este recurso es clave para los procesos de producción, y si bien se dice que no habrá un desbalance hídrico a nivel nacional, el monitoreo debe ser constante. El proyecto de Enertrag en Tambores, por ejemplo, requiere entre 500 y 700 metros cúbicos de agua al día. Y aunque la empresa no ha especificado de dónde provendrá esa agua, se barajan opciones como el acuífero Arapey o el acuífero Guaraní. ¿Estamos listos para gestionar estos recursos de manera adecuada?

Las regulaciones: ¿dónde estamos parados?

Finalmente, no podemos hablar del hidrógeno verde sin abordar el tema de las regulaciones. La demanda de esta energía, al menos en sus primeros años, estará concentrada en los países del norte global, especialmente en la Unión Europea. Uruguay todavía está definiendo su propio marco regulatorio, y esto genera incertidumbre. Además, es importante asegurar que no haya duplicación de funciones entre organismos como UTE y ANCAP, algo que podría llevar a ineficiencias en la implementación de los proyectos.

Reflexiones finales: ¿realmente estamos preparados?

Uruguay tiene ante sí una oportunidad única para liderar el desarrollo del hidrógeno verde, pero para que este proyecto sea realmente transformador, necesitamos más que inversiones y tecnología. Necesitamos que las comunidades locales se beneficien, que los recursos se gestionen de manera responsable, y que las decisiones se tomen con transparencia y el conocimiento necesario.

El futuro del país podría depender de cómo aprovechemos esta ventana. ¿Será el hidrógeno verde la clave para un Uruguay más sostenible y equitativo, o simplemente otra oportunidad perdida?

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