Las prácticas políticas cuestionables en Salto generan un escándalo que sacude al Partido Colorado.
De Brum, dueño de una radio, busca la diputación pagando favores y comprando apoyos sin importar los medios.
Salto está cansado de los políticos que prometen todo y no cumplen nada. De Brum es el fiel reflejo de esos viejos zorros de la política, que solo ven en el cargo público un cheque de 450 mil pesos al mes y la posibilidad de seguir acomodando amigos y parientes. Y a puertas cerradas, negocian, reparten y se llenan los bolsillos a espaldas del pueblo. Mientras tanto, Salto se hunde en el desempleo y la desidia.
La gente ya no cree en estos personajes que, en lugar de soluciones, ofrecen arreglos oscuros y manejos turbios. En futuras editoriales, vamos a desenmascarar a quienes han vendido su lealtad y a los que De Brum ya tiene en la mira para comprar de cara a las elecciones de noviembre. La compra de apoyos no es solo una estrategia cuestionable; es un síntoma de la corrupción que carcome al Partido Colorado en Salto.
¿Cómo puede un candidato que nunca hizo nada por el departamento prometer ahora un cambio? La respuesta es simple: no puede. Los salteños deben abrir los ojos y ver que De Brum, quien ya fue suplente de Cecilia Eguiluz, jamás movió un dedo por mejorar la vida de nadie. Y ahora, con el mismo discurso gastado, vuelve a prometer lo que no va a cumplir, porque lo único que le interesa es su banca y el salario que viene con ella.
La política salteña está en decadencia, con personajes como De Brum que negocian a escondidas, compran a dirigentes y se aprovechan de la necesidad de la gente para asegurarse el puesto. No se trata solo de ganar votos; se trata de comprar consciencias y de mantener un sistema corrupto que no trae nada bueno para Salto. Y la pregunta es clara: ¿de verdad queremos más de estos políticos para nuestro departamento?
De Brum y su manera de hacer política son un retroceso para Salto. Con su billetera en mano, pretende comprar su lugar en el Parlamento y después, como dice el dicho, “si te he visto no me acuerdo”. Salto merece algo mejor que estos mercaderes de promesas vacías, que piensan solo en su propio beneficio y dejan al pueblo a su suerte.
La indignación crece y el pueblo tiene la palabra: votar a alguien que compra lealtades y juega con las necesidades del otro no solo es un error, es un insulto a la dignidad de los salteños.