El encierro por la pandemia dejó huellas en el cerebro de los adolescentes, según un estudio de la Universidad de Washington.
El estudio reveló que el encierro aceleró el envejecimiento del cerebro adolescente, afectando más a las chicas que a los varones.
La pandemia nos pegó a todos, pero a los gurises parece que los dejó marcados de una forma que no se esperaba. Un estudio de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, mostró que el encierro aceleró el envejecimiento del cerebro en los adolescentes, sobre todo en las gurisas. Entre el estrés, la falta de amigos y el tiempo en casa, los efectos fueron más duros de lo que se pensaba.
El estudio, que empezó antes de la pandemia y siguió en 2021, comparó cómo estaban los cerebros de jóvenes de 9 a 17 años antes y después del confinamiento. La conclusión fue que el encierro aceleró el “envejecimiento” de los cerebros, especialmente en las chicas, que mostraron más ansiedad y depresión. Los gurises también la pasaron mal, pero no tan fuerte como las gurisas.
Desde el Instituto de Ciencias del Aprendizaje y del Cerebro en Washington explicaron que la corteza cerebral, esa parte que regula las emociones y decisiones, se afinó más rápido de lo normal. Algo que debería pasar con los años, les pasó de golpe y eso se asocia a problemas como la ansiedad y otros trastornos. El encierro, la falta de contacto con amigos y el exceso de pantallas no ayudaron nada.
Patricia Kuhl, una de las capos del estudio, contó que la pandemia no fue solo un tema de salud física, sino que golpeó duro en la cabeza de los jóvenes. “Los gurises ya de por sí están lidiando con los líos típicos de la adolescencia, y el encierro les cortó todas las válvulas de escape: los amigos, el deporte, las salidas”, comentó Kuhl. Las gurisas se vieron más afectadas porque son más de compartir, hablar y estar juntas.
Sonia Almada, psicóloga, agregó que durante el encierro se dispararon los problemas emocionales y que la conexión entre el exceso de pantallas y el malestar fue muy evidente. “Las gurisas extrañaron mucho a sus amigas y eso terminó afectando su bienestar”, explicó.
El estudio, publicado en una revista científica, reveló que el cerebro de las chicas envejeció unos 4 años más rápido de lo que debería, mientras que en los gurises fue menos. Esto no significa que sea un daño que no se pueda arreglar, pero es una señal de que lo que pasó no fue poca cosa.
Los expertos insisten en que hay que estar atentos y acompañar a estos jóvenes, porque las secuelas del encierro todavía se sienten. Kuhl explicó que, si bien el cerebro no vuelve atrás, con tiempo, actividades y el apoyo correcto, se puede mejorar. No es solo cuestión de que pase el tiempo, hay que darles una mano y no soltarlos.
Lo que quedó claro es que la pandemia les dejó a los gurises un desafío extra. Todavía están tratando de volver a la normalidad y los expertos piden que sigamos atentos, que los escuchemos y que estemos ahí para ayudarles a superar todo esto que vivieron.