Tragedia en la Policía: agente se quita la vida en Canelones y deja en evidencia la ausencia de respaldo psicológico

Un policía se suicida en Canelones, sumando 13 casos este año en la fuerza. Sindicatos piden medidas preventivas urgentes.

La trágica muerte de un policía en Canelones resalta la falta de apoyo psicológico en la fuerza.

La muerte de un policía en Canelones evidencia la falta de apoyo psicológico y la necesidad de políticas preventivas en la fuerza.

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La Policía uruguaya vuelve a vivir un golpe durísimo. Raúl Figueredo, un policía de 42 años, decidió terminar con su vida el domingo en El Pinar, Canelones. Este es el décimo tercer suicidio en lo que va del año, dejando en evidencia una realidad jodida que muchos no quieren ver: la falta de apoyo psicológico y las condiciones de laburo cada vez más complicadas que enfrenta la fuerza.

Un rato antes de hacer lo que hizo, Raúl mandó unos mensajes desesperados a la familia y a los colegas. A su hermano y a la madre de sus tres gurises, les pidió que los cuiden. Y en un grupo de WhatsApp de policías, dejó un mensaje que puso en alerta a todos, desatando una corrida para tratar de ubicarlo. Pero nada, los intentos de contactarlo no llegaron a tiempo. Cuando los patrulleros llegaron a la casa, Figueredo ya había decidido terminar con su vida en su auto, solo, bien lejos de todo.

La muerte de Raúl no es solo una tragedia para su familia, sino que muestra algo que no se puede seguir tapando con un dedo: los suicidios en la Policía uruguaya tienen una tasa de 38,2 por cada 100 mil habitantes, el doble de la media nacional. Esto va en contra de la imagen que muchos tienen de Uruguay, un país tranquilo y seguro, pero que esconde una realidad bien dura para sus policías.

Las repercusiones no se hicieron esperar. Desde el sindicato policial Sipolna expresaron su dolor y bronca por la falta de respuestas serias. Ricardo González, del SUPU, salió al cruce con duras críticas a las autoridades, diciendo que estos suicidios no son números, son vidas que se pierden y familias que quedan rotas. “Preguntan cuántos van, pero no piensan en el dolor que dejan”, tiró González, reclamando a gritos políticas reales de apoyo para los efectivos.

Este caso vuelve a cuestionar si el Estado realmente está cuidando a quienes ponen el lomo todos los días para protegernos. La falta de apoyo, la presión constante y estar siempre expuestos a situaciones que te matan la cabeza hacen una mezcla peligrosa para los policías. Aunque hay una línea de ayuda, la 0800 0767, abierta las 24 horas, es evidente que no alcanza ni ahí para un problema que precisa soluciones de fondo.

La muerte de Raúl Figueredo no puede quedar solo como una noticia más. Uruguay tiene que despertar y tomar cartas en el asunto con medidas urgentes y concretas que realmente cuiden a sus policías, antes de que otra vida se pierda en el silencio.

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