Una sentencia que conmociona: 30 años de prisión por el feminidio de Natalia Lagos

Sentencian a 30 años al responsable del feminidio de Natalia Lagos, un crimen que desafía los esfuerzos contra la violencia de género.

El fallo judicial subraya la urgencia de fortalecer las medidas de protección en casos de violencia de género.

El hombre, con medidas cautelares previas, fue hallado culpable de feminidio, tentativa de homicidio y secuestro. El juicio incluyó a más de 20 testigos.


La Justicia uruguaya emitió este viernes una sentencia firme: 30 años de prisión para el hombre de 29 años acusado de ser el autor del brutal feminidio de Natalia Lagos. El crimen ocurrió el pasado 2 de agosto de 2023 en circunstancias trágicas que involucraron un siniestro de tránsito en el pico de Soca, sobre la transitada ruta 8 en Canelones.

Condenado por Múltiples delitos —femicidio, tentativa de homicidio y privación de libertad—, este hombre ahora deberá enfrentar el peso de una condena que busca no solo hacer justicia para la víctima, sino también enviar un mensaje contundente sobre las graves consecuencias de la violencia de género. La sentencia fue dictada en el Juzgado de Atlántida, el mismo tribunal donde, a mediados de agosto, inició el proceso judicial que se mantuvo en vilo a la comunidad. A lo largo de varios días, la sala del juzgado fue escenario de intensas declaraciones y reconstrucciones, en las cuales participó una veintena de testigos.

El horror de aquella noche comenzó en el Parque del Plata, un barrio tranquilo donde vivía Natalia Lagos. Según reveló la investigación, el acusado irrumpió en la casa de la joven, donde también se encontró un hombre. Actuando con total desprecio por la vida y los derechos de los demás, el agresor atacó y apuñaló a este hombre antes de llevarse a Natalia contra su voluntad. La escena es desgarradora: un secuestro a plena noche, un acto violento que sella el destino de una mujer que ya había intentado liberarse de una relación marcada por el abuso y el miedo.

Este caso, además de su gravedad intrínseca, resulta de manera especial porque el acusado ya contaba con medidas cautelares impuestas por la Justicia debido a antecedentes de violencia en la relación que mantenía con Natalia. Esta situación refleja una dolorosa realidad: las medidas de protección, si bien son fundamentales, no siempre lograrán evitar tragedias tan contundentes como esta.

A medida que el proceso judicial avanzaba, la fiscalía reunió una serie de elementos de prueba que delinearon un panorama aterrador sobre la conducta del acusado. Se trató de una secuencia de actos violentos que, finalmente, culminaron en el trágico desenlace en la ruta 8. Durante el juicio, el tribunal pudo reconstruir en detalle los momentos previos al feminidio, revelando cómo el acusado ejecutó su plan con frialdad y premeditación. Las declaraciones de los testigos, entre ellos amigos y familiares de Natalia, fueron clave para ilustrar el contexto de temor y violencia que había marcado la vida de la joven en sus últimos tiempos.

La sentencia de 30 años de prisión llega como una respuesta a una sociedad que clama por justicia en casos de violencia de género, un fenómeno que sigue siendo una problemática latente en el país y en la región. En los últimos años, Uruguay ha avanzado en la implementación de marcos legales que buscan erradicar este tipo de crímenes y proteger a las víctimas de manera efectiva. Sin embargo, cada nuevo caso como el de Natalia Lagos expone las limitaciones y desafíos de un sistema que aún parece insuficiente frente a la persistencia de estos hechos.

La violencia de género no es solo un problema judicial, es un fenómeno profundamente arraigado en estructuras culturales que, poco a poco, comienzan a cuestionarse y cambiar. Desde la sociedad civil hasta las instituciones, se exige un compromiso más fuerte y sostenido para prevenir y atender las denuncias de manera oportuna, antes de que sucedan situaciones irreparables.

Este fallo marca un hito en la historia judicial del país, ya que vuelve a poner sobre la mesa la imperiosa necesidad de reforzar las herramientas de prevención y protección para aquellas personas que viven bajo amenazas constantes. La historia de Natalia Lagos, una vida truncada en el marco de una sociedad que aún debe dar pasos firmes en la lucha contra la violencia de género, deja una enseñanza imborrable y una exigencia: que se tomen todas las medidas necesarias para evitar que más mujeres sean víctimas de este tipo de crímenes atroces.

A Natalia, como a tantas otras, el sistema judicial no llegó a tiempo para protegerla. Pero su historia no quedará en el olvido, y este fracaso representa una victoria parcial en la lucha contra la impunidad y la violencia de género en Uruguay.


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