El estudio muestra cómo el suelo y el clima influyen en el sabor y aroma del Malbec, brindándole una identidad regional única.
Un estudio del CONICET confirma que las condiciones ambientales marcan la identidad sensorial del Malbec argentino, destacando su origen en cada región
La influencia del terruño en el sabor único del Malbec argentino: estudio del CONICET revela “huellas dactilares” sensoriales en los vinos de Mendoza
Un estudio reciente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina ha revelado la profunda relación entre el terruño y las características sensoriales del Malbec, variedad insigne de la vitivinicultura argentina. Liderado por el científico Ariel Fontana en colaboración con la reconocida bodega Catena Zapata, esta investigación detalla cómo factores ambientales como el suelo, el clima y la topografía, específicos de diversas zonas vitivinícolas de Mendoza, imprimen a los vinos un sello distintivo, permitiendo diferenciarlos según su origen geográfico.
La búsqueda del carácter del Malbec en su tierra natal
Durante mucho tiempo, los vinos argentinos, especialmente el Malbec, fueron percibidos como relativamente homogéneos en cuanto a su perfil sensorial, independientemente de su lugar de producción. Sin embargo, este estudio —publicado en la prestigiosa revista npj Science of Food del grupo Nature y parte de la tesis doctoral de Roy Urvieta, becada por el CONICET y Catena Zapata— ha desmentido esta noción al confirmar que los Malbec de Mendoza presentan características sensoriales. particulares y reconocibles según la región de cultivo.
Fontana y su equipo analizaron exhaustivamente las condiciones del suelo, el clima y la topografía de tres áreas claves en Mendoza: la Zona Este, la Primera Zona y el Valle de Uco. En total, las uvas provinieron de 29 parcelas repartidas en seis departamentos y doce indicaciones geográficas, cada una con su propio microclima y composición de suelo. Mendoza, con su amplia variabilidad ambiental en una misma latitud, es considerada ideal para estudiar el comportamiento de la vida bajo distintas condiciones. Con cerca del 82% de la producción de Malbec de Argentina, la región representa el epicentro de la vitivinicultura nacional.
Metodología y descubrimientos clave
Para garantizar que los resultados reflejen la influencia del terroir y no la intervención humana, los vinos se producirán en forma estandarizada durante tres cosechas consecutivas (2016, 2017 y 2018) en la bodega experimental del Catena Institute of Wine en Luján de Cuyo. No se utilizaron barricas ni se introdujo la intervención de un enólogo en el proceso, permitiendo así que las características sensoriales propias de cada región se expresen de manera auténtica.
Posteriormente, un panel de voluntarios entrenados, dirigido por Urvieta, realizó un análisis sensorial descriptivo (AD) de los vinos a ciegas. A través de esta metodología, se identificaron y cuantificaron aromas, sabores y sensaciones en boca, lo que permitió al equipo vincular estos descriptores específicos con los distintos terruños. Este análisis permitió identificar lo que los investigadores denominan “huellas dactilares” sensoriales para cada zona, conservando una coherencia en el perfil del vino que persistió incluso entre cosechas, reforzando la idea de una tipicidad distintiva.
Relevancia del estudio para la industria y el mercado global.
Este avance representa un impulso para la industria vitivinícola argentina, pues permite a los productores comunicar con mayor precisión las particularidades de sus vinos según su lugar de origen. Fontana subraya que esta investigación brinda a los productores una base científica sólida para destacar la tipicidad de sus productos en el etiquetado. Esto resulta clave para que consumidores de distintas latitudes reconozcan la especificidad de los Malbec según la región de origen y sepan qué esperar de cada etiqueta, ya sea un vino de Altamira, San José o El Mirador.
El Malbec, como variedad emblemática de Argentina, ha sido un pilar en el reconocimiento del país en el mercado global del vino, y este estudio refuerza su posición al ofrecer una ventaja competitiva adicional. La capacidad de asociar características sensoriales distintivas a zonas específicas añade valor en un mercado en el que la autenticidad y el origen son apreciados.
Ciencia e industria: una colaboración estratégica
La investigación del CONICET no solo destaca la importancia del terruño, sino también la relevancia de la colaboración entre la academia y la industria. Fontana recuerda que el proyecto surgió en respuesta a una demanda concreta de Catena Zapata, lo que permitió unir el conocimiento empírico de la bodega con un enfoque científico riguroso. Este tipo de estudios, respaldados por recursos e infraestructura de empresas del sector, aportan credibilidad y consolidan la reputación del Malbec argentino en el ámbito internacional.
A futuro, esta investigación abre la puerta a más estudios sobre variedades y regiones que contribuyen al desarrollo y la competitividad de la vitivinicultura argentina.
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