La destitución del canciller refuerza la postura del gobierno en política exterior, buscando alinearse con socios estratégicos clave. Fotó:Ton Molina/Bloomberg
La Casa Rosada reemplazará a Mondino con Gerardo Werthein, reforzando una diplomacia alineada con los aliados estratégicos de Argentina.
Milei destituye a Diana Mondino tras voto en la ONU a favor de Cuba
Un giro diplomático sacudió la Casa Rosada cuando el presidente Javier Milei decidió destituir a la canciller Diana Mondino tras su voto en la Asamblea General de las Naciones Unidas a favor del fin del embargo de Estados Unidos contra Cuba. La decisión, tomada apenas se conoció el respaldo de Argentina a la resolución que pide el levantamiento de las sanciones contra la isla, marca un nuevo episodio en la política exterior argentina, donde la alianza con EE.UU. e Israel parecía firme hasta este controvertido voto.
El debate en la ONU sobre el embargo, que ha aislado a Cuba por más de seis décadas, tuvo el respaldo casi unánime de 187 países, que argumentaron en contra de las consecuencias económicas y sociales del bloqueo, consideradas “inhumanas” en cuanto a su impacto sobre alimentos, medicamentos y recursos energéticos en la isla. La delegación argentina, bajo el liderazgo de Mondino, sumó su voto a favor de la resolución, postura que generó el inmediato rechazo del presidente Milei y su equipo, quienes consideran prioritarias las relaciones con EE.UU. e Israel, que fueron los únicos en votar en contra, mientras que Moldavia optó por la abstención.
La resolución, aunque no es vinculante, se convirtió en un símbolo de rechazo hacia la histórica política de sanciones estadounidense. Sin embargo, desde el círculo presidencial se interpreta que el voto de Mondino contradice los objetivos diplomáticos trazados en torno a las alianzas estratégicas de Argentina, una línea que el gobierno ha intentado sostener como uno de sus sellos distintivos en política internacional.
La salida de Mondino también destaca la tensa dinámica interna en la Cancillería. Durante las últimas semanas, dos figuras de peso en el equipo diplomático, el vicecanciller Leopoldo Sahores y el embajador en la ONU, Ricardo Lagorio, habían renunciado. Ambos tenían extensas trayectorias y habían resistido varios cambios en el gabinete, aunque finalmente dejaron sus cargos debido a diferencias con la dirección diplomática de Mondino y el entorno presidencial. En sus lugares, el gobierno designó a Eduardo Bustamante, ex cónsul en Montevideo, y a Francisco Tropepi, quien secundaba al embajador argentino en Washington, Gerardo Werthein.
En cuanto a la sucesión de Mondino, se confirma que el propio Werthein asumirá el liderazgo de la Cancillería. De reconocida experiencia y alineado con la visión de la Casa Rosada, se espera que Werthein impulse una diplomacia más cercana a los intereses de EE.UU. y los aliados estratégicos del país. Su nombramiento, según fuentes oficiales, busca consolidar una orientación internacional en sintonía con los principales socios de Argentina, especialmente en momentos de creciente inestabilidad geopolítica.
Las tensiones en la gestión de Mondino no eran nuevas: en días previos al voto en la ONU, la canciller se había visto envuelta en otra controversia cuando en un comunicado oficial se utilizó el término “Falklands” para referirse a las Islas Malvinas. La situación generó incomodidad en la opinión pública y en el ámbito político, al tocar una fibra sensible de la identidad nacional. Según trascendió, Mondino había sostenido reuniones con Gilles Carbonier, vicepresidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), para tratar la reanudación del Proyecto Humanitario en las Malvinas, orientado a identificar los restos de combatientes argentinos caídos en la guerra. Sin embargo, el uso del término “Falklands” generó cuestionamientos que reflejan la falta de sintonía entre Mondino y las expectativas del gobierno en temas sensibles.
El despido de la canciller pone de aliviar el control estricto que Milei busca imponer en el plano diplomático, enfatizando que cualquier movimiento de la Cancillería debe alinearse con su visión de política exterior. La Casa Rosada considera que mantener buenas relaciones con EE.UU. e Israel es fundamental para sostener alianzas comerciales, de seguridad y cooperación estratégica. Para el presidente, el voto de Mondino no solo fue una contravención a esa estrategia, sino también un acto que impacta en la imagen de coherencia que busca proyectar a nivel internacional.
Con Werthein en el Ministerio de Relaciones Exteriores, el gobierno espera enviar una señal clara de que los decisiones en política internacional no tendrán cabida en la administración de Milei. El flamante canciller tiene ahora la tarea de recomponer las relaciones con los aliados estratégicos y de consolidar una postura exterior que se ajuste a los objetivos trazados por la presidencia.
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