Acoso sexual en el Parlamento: diputado frenteamplista Olmos denunciado por su suplente

El diputado Gustavo Olmos enfrenta denuncia de acoso sexual por parte de su suplente; ambos exponentes versiones opuestas.

Denuncia de acoso sexual contra diputado expone dilemas sobre límites en relaciones laborales.

Martina Casás denuncia a Gustavo Olmos por acoso sexual, describiendo contactos físicos no consentidos; Olmos niega las acusaciones.


El caso del diputado frenteamplista Gustavo Olmos ha captado la atención pública al enfrentar una denuncia por acoso sexual presentada por su suplente, Martina Casás. Esta situación expone una vez más los dilemas que surgen cuando las relaciones de trabajo cruzan ciertas barreras en el ámbito parlamentario, un espacio donde las largas jornadas y las intensas dinámicas laborales pueden generar vínculos ambiguos y, en ocasiones, conflictivos.

Una relación que desencadenó una denuncia.

Gustavo Olmos, un referente del sector Marea Frenteamplista del Frente Amplio, desarrolló una relación laboral cercana con Casás, quien tenía 29 años en el momento de los hechos, en contraste con los 62 años del diputado. Ambos militaban en el mismo sector socialdemócrata, y trabajaban juntos en tareas de recorridas y reuniones que se extendían hasta altas horas. La denuncia detalla un ambiente de afecto físico que comenzó a incomodar a Casás, quien asegura que Olmos traspasó los límites de una relación profesional y amistosa. Según su declaración, el diputado la besaba, la abrazaba al despedirse e, incluso, llegó a tocarla sin su consentimiento, gestos que para ella constituían acoso.

Además, Casás señaló que Olmos le hacía invitaciones que, según ella, pretendían propiciar encuentros más íntimos en el marco de las visitas al interior del país. Esta situación fue interpretada por la denunciante como una serie de actitudes que buscaban acercamientos no deseados. Decidida a ponerle un freno, Casás llevó el caso tanto a la Justicia penal como a la laboral, denunciando lo que considera un trato inapropiado e incómodo.

La versión de Olmos y el contexto de la relación laboral

Por su parte, Olmos presentó una visión distinta de los hechos en su declaración. Según el diputado, ambos mantenían una relación afectuosa, donde el contacto físico era parte de una expresión de compañerismo y no un comportamiento inapropiado. Olmos detalló que ambos compartían un “vínculo cordial” que, según él, incluía abrazos, besos al llegar y despedirse, e incluso masajes en los hombros, pero afirmó que tales gestos de afecto físico no tenían un componente erótico.

El diputado aclaró que Casás no era su subordinada directa ni él le daba instrucciones, asegurando que ella trabajaba en su despacho como colaboradora rentada por el sector, con tareas tanto dentro como fuera del Parlamento. Según Olmos, no existía entre ellos una jerarquía laboral que le diera control sobre el trabajo de Casás, lo cual fue desmentido por la diputada Micaela Melgar, testigo de Casás, quien declaró que Olmos ejercía autoridad sobre su suplente.

El episodio de los “picos” y los testimonios cruzados

Uno de los aspectos más polémicos del caso es la mención de “picos” que Olmos reconoció haber compartido con Casás en el despacho. En su declaración, Olmos admitió que hubo tres besos breves, que describen como momentos espontáneos y sin intención romántica o sexual. Según su relato, ambos se dieron estos picos mientras conversaban sobre asuntos de trabajo, y el contexto fue siempre casual y sin que se generara una situación tensa.

Olmos sostuvo que en ningún momento Casás expresó que estos saludos o besos le resultaran incómodos. De hecho, defendió su postura al asegurar que nunca hubo insinuaciones de su parte ni gestos que pudieran interpretarse como acoso sexual. Incluso, cuando se le consultó si alguna vez mantuvieron una relación sentimental, lo negó tajantemente, afirmando que lo máximo fueron esos “picos” casuales, sin otra forma de afecto físico más intenso.

¿Afecto amistoso o acoso? El debate sobre el contacto físico en el trabajo

El diputado también mencionó que su forma de interactuar afectuosamente con otros compañeros de bancada no era un secreto. Según él, su cercanía y los masajes que ofrecía a compañeros eran conocidos en el Parlamento, aunque subrayó que esos gestos nunca incluyeron besos con otros colegas. Esta declaración busca subrayar que su trato con Casas no era distinto al que daba a otros compañeros, aunque admitió que los besos eran exclusivos de su vínculo con ella.

Por último, Olmos manifestó que en ningún momento percibió una señal de incomodidad por parte de Casás y que, hasta la denuncia, consideró su vínculo con ella como amistoso y respetuoso.

Reflexiones en torno al caso

Este caso abre un debate sobre los límites del contacto físico y las expresiones de afecto en los espacios laborales, especialmente cuando las diferencias de edad y las dinámicas de poder entrar en juego. Lo que para unos puede entenderse como un gesto de amistad o compañerismo, para otros puede constituir una violación de sus límites personales, y más aún cuando existen desigualdades que pueden influir en el consentimiento de dichas interacciones.

La denuncia de Casás y la defensa de Olmos, respaldada en su percepción de una relación de afecto consensuado, exponen la necesidad de delimitar con mayor claridad el espacio de lo privado y lo laboral, sin que ninguno traspase la voluntad de quienes participan en estas relaciones. .


Síguenos en nuestras redes sociales:

Facebook | Instagram

Descarga nuestra app para acceder a Salto al Día en tu móvil:

Descargar App (ZIP)

©Diario Salto Al Día. Todos los derechos reservados
Uruguay