De víctima a agresora: policía disparó contra colegas que respondieron a una denuncia de violencia en su contra

Una policía disparó contra colegas que atendían un caso de violencia. Fue condenada y deberá cumplir tareas comunitarias y presentarse en seccional.

El caso de una funcionaria policial que disparó contra sus compañeros tras un incidente refleja tensiones internas y desafíos en el sistema.

La condena inclusión de cargos de atentado agravado y lesiones personales. El caso evidencia la necesidad de mayor apoyo psicológico en las fuerzas policiales.


La violencia tras la placa: el caso de la funcionaria policial que atacó a tiros a sus compañeros

El sonido de las sirenas rompió la calma del lunes por la noche. Era una llamada más al 911, una de tantas que el servicio de emergencias recibe a diario. Sin embargo, esta tenía un giro insólito: al llegar al lugar, los oficiales fueron recibidos con disparos. El atacante, para sorpresa de muchos, era una de las suyas, una funcionaria policial de 34 años.

Un incidente que se estremeció a sus pares.

Todo comenzó con un llamado por violencia doméstica en el que se advertía que una mujer amenazaba con matar a su madre. Dos patrullas acudieron rápidamente al domicilio. Al cruzar la puerta, los efectivos fueron blancos de balas. Aunque lograron reducir a la agresora, el desconcierto no desapareció cuando confirmaron que la responsable era una colega, miembro del Grupo de Respuesta Táctica (GRT).

La madre de la funcionaria, visiblemente afectada, confesó que su hija atravesaba serios problemas personales, aunque nunca imaginó que la situación llegaría a tal extremo.

Una condena con reparaciones y deberes

Tras ser detenida y puesta a disposición de la Justicia, el caso tuvo una resolución rápida. La funcionaria fue condenada a seis meses de libertad a prueba y deberá realizar tareas comunitarias, además de cumplir con presentaciones periódicas en la seccional y fijar un domicilio estable.

La sentencia inclusión de cargos por atentado agravado en concurrencia con un delito de lesiones personales agravadas. Aunque las medidas buscan su reintegración social, la duda persiste: ¿cómo una persona entrenada para proteger puede volverse un riesgo para sus pares y su entorno?

Un sistema bajo la lupa

Este caso pone sobre la mesa una realidad incómoda: la presión a la que están sometidos los funcionarios policiales. Las largas jornadas, el estrés y la exposición constante a situaciones límite dejan huellas difíciles de ignorar. Pero, ¿qué tan preparados están para manejar sus propias crisis personales?

Historias como esta invitan a reflexionar sobre la necesidad de reforzar los programas de apoyo psicológico y emocional dentro de las fuerzas policiales. Porque detrás del uniforme, también hay personas que enfrentan batallas internas que pueden desbordarse en los momentos más inesperados.

¿Cómo evitar que se repita?

El episodio deja lecciones importantes para las autoridades y la sociedad. Más allá de las sanciones y medidas, se hace urgente atender el bienestar integral de quienes, día tras día, se juegan la vida por la seguridad de todos. La pregunta ahora es: ¿Seremos capaces de prevenir otra tragedia antes de que sea demasiado tarde?


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