El consumo masivo de antibióticos amenaza la eficacia de los tratamientos médicos y agrava el riesgo de infecciones resistentes.
El consumo de antibióticos aumenta a nivel mundial, agravando la resistencia bacteriana y poniendo en riesgo tratamientos efectivos para infecciones comunes.
Piensa en esto: una infección tan común como una de garganta o una herida menor podría convertirse en algo mortal. Suena exagerada, ¿verdad? Pero no lo es. Esta es la realidad que enfrentamos si seguimos usando los antibióticos de manera descontrolada. Es un problema que ya está aquí y que no deja de crecer.
El problema que crece bajo el radar
Un informe reciente de PNAS muestra que, desde 2016, el consumo global de antibióticos ha aumentado un 21%, alcanzando 49,3 mil millones de dosis diarias en 2023. Este aumento puede parecer una buena noticia en cuanto al acceso a medicamentos, pero también es un claro indicador de un uso excesivo e irresponsable.
Eili Klein, investigador de la Universidad Johns Hopkins, advierte: “Cada vez que usamos un antibiótico sin necesidad, estamos fortaleciendo a las bacterias y debilitando nuestras herramientas para combatirlas”.
Y las cifras son contundentes. Según The Lancet , más de cinco millones de muertes al año están relacionadas con infecciones resistentes a los antibióticos. Para que lo pongas en perspectiva: eso es como si la población de una ciudad entera desapareciera en un año.
¿Qué pasó durante la pandemia?
El COVID-19 trajo una sorpresa inesperada: el consumo de antibióticos reducido temporalmente en países desarrollados. Los confinamientos y la caída de las interacciones sociales redujeron las prescripciones médicas, especialmente para enfermedades respiratorias. Sin embargo, esta pausa no dura mucho.
Cuando la pandemia comenzó a ceder, el consumo se repuntó rápidamente. Esto puso de manifiesto nuestra dependencia crónica de los antibióticos y la falta de estrategias para su uso racional.
El futuro pinta oscuro
Si no hacemos algo, las proyecciones son desalentadoras. Para 2030, el uso de antibióticos podría aumentar un 52,3%, alcanzando 75,1 mil millones de dosis diarias. Este crecimiento, aunque parece reflejar el progreso en el acceso a medicamentos, también lleva consigo un riesgo enorme: que las infecciones comunes se convertirán en amenazas imposibles de tratar.
¿Qué podemos hacer?
No todo está perdido, pero necesitamos actuar ya. Algunas acciones clave son:
- Usar antibióticos solo cuando sea necesario. Por ejemplo, en lugar de automedicarse al primer síntoma de resfriado, es crucial consultar a un médico.
- Invertir en investigación. Necesitamos nuevas terapias para bacterias resistentes. Actualmente, solo se desarrollan unos pocos antibióticos nuevos al año, un número insuficiente para la velocidad con la que evolucionan las bacterias.
- Educar a la población. Muchas personas no saben que los antibióticos no sirven para tratar infecciones virales como la gripe. En países como España, campañas educativas ya están enseñando a distinguir entre infecciones bacterianas y virales, y el impacto es positivo.
Una responsabilidad compartida
La resistencia a los antibióticos no es un problema de un solo país; es un desafío global. Lo que pasa en una región afecta a todo el mundo. Como dice Eili Klein: “Necesitamos cambiar nuestra forma de ver los antibióticos. No son una solución mágica, son un recurso limitado que debemos proteger”.
El tiempo corre. Si no actuamos ahora, nos arriesgamos a vivir en un mundo donde una simple infección pueda ser mortal. La pregunta es: ¿Estamos listos para asumir nuestra responsabilidad? Porque detener esta crisis depende de todos nosotros.
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