Máxima preocupación en Honduras y Nicaragua ante la amenaza del huracán Sara

Centroamérica en alerta por la tormenta Sara, que podría convertirse en huracán y traer lluvias intensas, inundaciones y terremotos.

Fuerte oleaje y cielos oscuros anticipan la llegada de la tormenta tropical Sara, que amenaza con intensas lluvias y fuertes vientos.

Centroamérica enfrenta una nueva amenaza con la posible llegada de la tormenta Sara, que podría convertirse en huracán y causar lluvias intensas, inundaciones y graduales de tierra.


Honduras y Nicaragua están en vilo ante la inminente llegada de una nueva tormenta tropical que, de transformarse en huracán, podría azotar sus costas en las próximas horas. Este fenómeno, que probablemente será nombrado Sara, se convertiría en la decimonovena tormenta de una temporada de huracanes que parece no dar tregua.

Un sistema en movimiento y el rumor de una tormenta

Según el Centro Nacional de Huracanes (NHC), el sistema de baja presión —conocido ahora como Potencial Ciclón Tropical 19— sigue avanzando por el Mar Caribe. Actualmente, se encuentra a unos 735 kilómetros de Isla Guanaja, en Honduras, ya unos 470 kilómetros de la frontera entre Honduras y Nicaragua. Con vientos de 45 km/h, y moviéndose a paso lento hacia el oeste, la tormenta va tomando fuerza. Todo apunta a que se convertirá en tormenta tropical en cuestión de horas.

Para quienes han vivido antes el paso de una tormenta, el panorama es más que familiar. Las autoridades en Honduras ya han emitido una alerta de huracán para las zonas entre Punta Castilla y la frontera con Nicaragua, mientras que en este último país la vigilancia se extiende desde la frontera hasta Puerto Cabezas.

La vida cotidiana en suspenso

En los mercados, las calles, las casas, el tema de conversación es el mismo: ¿Qué tan fuerte será esta vez? Los nervios están a flor de piel, y es que muchos recuerdan los estragos de tormentas anteriores. Las autoridades han advertido que las lluvias intensas podrían comenzar tan pronto como a principios de la próxima semana. Las montañas del norte de Honduras, como la Sierra La Esperanza, ya están en la mira de meteorólogos y lugareños, quienes temen inundaciones y intervalos de tierra.

El temor no es exagerado. Para muchos en estas zonas, cada tormenta trae el riesgo real de perder sus hogares o sus cultivos, o de ver sus calles convertidas en ríos. Es un recordatorio constante de que la naturaleza no perdona, y que cada temporada de huracanes es una prueba más de resistencia para estas comunidades.

Una temporada histórica y una lección de resiliencia

Este año, el Atlántico ha sido un mar de tormentas. Con 11 huracanes registrados desde el inicio de la temporada el 1 de junio, y dos de ellos alcanzando la temida categoría 5, la amenaza no parece ceder. Si Sara se convierte en huracán, sería otro nombre en una lista que este año parece no tener fin, y una confirmación de lo que muchos ya temían: una temporada "por encima" del promedio, como habían pronosticado los expertos.

Mientras la tormenta se aproxima, lo único que queda es preparar y mantenerse unidos. Aquí, donde cada año se enfrenta a la fuerza de los huracanes, la solidaridad es más que una palabra. Es la red que sostiene a comunidades que, año tras año, enfrentan la furia del Caribe y se levantan una y otra vez.


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