El reciente Balotaje dejó cifras inéditas de votos anulados y en blanco, marcando un antes y un después en la historia electoral.
El escrutinio definitivo mostró una participación masiva, resultados ajustados y un incremento notable de votos anulados y en blanco a nivel nacional.
El departamento de Salto cerró ayer el escrutinio definitivo del Balotaje celebrado el pasado domingo 24 de noviembre, un proceso que dejó lecciones significativas y algunos hitos históricos. Con una participación masiva de 92.429 votantes, la fórmula frenteamplista de Yamandú Orsi y Carolina Cosse se impuso en el departamento con 45.168 votos, superando por un margen ajustado de 1.006 votos a la fórmula de Álvaro Delgado y Valeria Ripoll , que encabezó la Coalición Republicana.
Un récord que da para reflexionar
Más allá del resultado, uno de los datos que más llamó la atención fue el alto número de votos anulados y en blanco en Salto. Con 1.652 votos anulados y 1.447 en blanco, sumados a 16 votos observados rechazados, un total de 3.099 personas decidieron no optar por ninguna de las dos fórmulas. A nivel nacional, esta tendencia se acentuó aún más, con cerca de 65.000 votos anulados y más de 38.000 en blanco, un fenómeno que no tiene precedentes en la historia reciente del país.
Para ponerlo en perspectiva, estos votos equivalen a la población votante de algunos departamentos enteros. ¿Qué mensaje transmite este hecho? ¿Es una expresión de desencanto, de protesta o simplemente un fenómeno circunstancial? Las respuestas probablemente dependerán de análisis más profundos y debates en los próximos días.
Un Salto dividido: detalles por localidades
El panorama en Salto mostró una notable diversidad según las localidades. Mientras que en la capital departamental la fórmula Orsi-Cosse logró un 50,69%, en otras áreas rurales las tendencias se revirtieron significativamente.
Por ejemplo, en Cambará de Arapey , la fórmula Delgado-Ripoll arrasó con un abrumador 85,71%, mientras que en Cuchilla de Guaviyú alcanzaron un 77,18%. Sin embargo, en localidades como Pueblo Belén y Villa Constitución , la fórmula frenteamplista obtuvo el respaldo mayoritario con un 55,03% y 56,67%, respectivamente.
En localidades de menor población, la alternancia era notable. Paso del Parque del Daymán , por ejemplo, registró un empate exacto con el 50% de los votos para cada fórmula, mostrando la polarización que caracteriza esta elección.
El interior nacional: un bastión coalicionista que comienza a ceder terreno
A nivel nacional, aunque la fórmula Delgado-Ripoll mantuvo un sólido apoyo en el interior, los números indican que la brecha con el Frente Amplio no fue tan marcada como en elecciones anteriores, especialmente en comparación con los resultados de 2019. Este cambio podría ser indicativo de un realineamiento en el electorado, donde las zonas urbanas continúan inclinándose hacia el Frente Amplio, mientras las rurales refuerzan su apoyo a la Coalición Republicana.
Reflexión final: un Uruguay que cambia, pero mantiene su esencia democrática
El cierre de este proceso electoral deja múltiples lecturas: desde la capacidad del Frente Amplio de reconquistar espacios clave, hasta la resistencia de la Coalición Republicana en áreas tradicionalmente rurales. Sin embargo, más allá de los porcentajes y las cifras, este Balotaje evidencia una creciente diversidad en las decisiones del electorado y un cuestionamiento latente sobre las opciones políticas existentes.
Quizás, en el fondo, el registro de votos anulados y en blanco sea el mensaje más claro de este proceso: los uruguayos están exigiendo algo más, algo que trascienda las fórmulas tradicionales y los discursos conocidos. ¿Será este el punto de inflexión hacia una política más conectada con las necesidades reales de la gente? Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: Uruguay sigue siendo un faro de democracia en la región, donde cada voto —incluso los en blanco— tiene un peso significativo.
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