Críticas por priorizar fines políticos con 400 empleos mientras los problemas locales se agravan.
Las autoridades son acusadas de frenar la efectivización de 400 empleados para retenerlos como base electoral en 2025.
Mientras una de las peores crisis económicas golpea a Salto en años recientes, los trabajadores municipales y los ciudadanos enfrentan recortes que afectan derechos laborales básicos. En este contexto, surge una noticia que genera indignación generalizada: las autoridades locales habrían planeado regularizar más de 400 empleos basándose en vínculos de amistad y afinidad política.
Fuentes cercanas a la administración local señalaron que esta medida estaba prevista para formalizarse este jueves, pero fue suspendida a último momento. Al parecer, la razón detrás de este cambio es un cálculo político: si estos empleados son oficializados ahora, no estarían obligados a participar activamente en la campaña para las próximas elecciones locales. Este giro deja en evidencia prácticas de clientelismo político que afectan negativamente la transparencia y la gestión pública.
En un escenario de recursos limitados, priorizar la incorporación de simpatizantes políticos en lugar de atender las necesidades urgentes de la población resulta una falta de consideración hacia la comunidad. Mientras los vecinos lidian con calles deterioradas, una recolección de residuos deficiente y servicios públicos desbordados, la administración parece enfocarse más en asegurar lealtades partidarias que en resolver problemas reales.
Esta situación también resalta la complicidad entre el gobierno local y algunos sindicatos. En el pasado, grupos sindicales no dudaban en alzar su voz y reclamar frente a la administración, pero ahora guardan un silencio notable. Cuando los intereses partidarios superan la defensa de los derechos de los trabajadores, la credibilidad sindical se ve gravemente afectada.
Ante esto, muchos ciudadanos se preguntan si este modelo de política debería seguir marcando el rumbo del departamento. Las prácticas de favoritismo y acomodo no solo perpetúan la ineficiencia, sino que también minan la confianza en las instituciones y en quienes las dirigen.
Es momento de tomar decisiones que beneficien a toda la comunidad. Salto necesita un liderazgo que priorice la transparencia, la profesionalidad y el bienestar colectivo, dejando atrás métodos de gestión política que favorecen intereses particulares.
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