El régimen talibán refuerza su opresión al prohibir mujeres en organizaciones humanitarias.
El régimen talibán ordena la expulsión de mujeres de las ONG y amenaza con clausurar las que no cumplan. Una decisión que profundiza la discriminación y afecta la ayuda humanitaria.
Si hay algo que define a los talibanes, es su capacidad de llevar la discriminación a niveles inimaginables. En una decisión que parece sacada de un manual del pasado más oscuro, el régimen ha ordenado que todas las ONG, sean nacionales o extranjeras, despidan a las mujeres de sus puestos de trabajo. ¿La amenaza? El cierre inmediato de sus operaciones si no obedecen. Un golpe seco y brutal, cargado de ese tinte autoritario que ha sido su marca registrada desde que retomaron el poder hace más de tres años.
El anuncio no llegó como un susurro. Fue el Ministerio de Economía, en su papel de supervisor de las ONG, el que usó las redes sociales como megáfono para difundir esta orden. "Si no cumplen, las actividades de los infractores serán suspendidas, y su permiso, revocado", rezaba el mensaje, directo como un martillazo. Esta postura refuerza la línea de medidas opresivas que buscan borrar a las mujeres del mapa público y privado.
Desde su retorno al poder, los talibanes no han hecho más que retroceder en el tiempo, reinstaurando reglas que recuerdan su primer régimen. El espacio público ya no les pertenece a las mujeres, y la educación secundaria para niñas es solo un recuerdo. Se trata de una lenta pero implacable desaparición de las mujeres de cualquier ámbito que trascienda las paredes del hogar.
El impacto de esta medida no solo es devastador para las mujeres que pierden sus empleos, sino también para la población vulnerable que depende del trabajo de estas ONG. Sin su intervención, la ayuda humanitaria tambalea, dejando a miles en una situación de desamparo extremo.
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