De un 180 % a un 22 %: la sorprendente reducción de precios entre Salto y Concordia.

La brecha de precios en ciudades fronterizas cayó al 22 %, impulsada por inflación y tipo de cambio, transformando patrones de consumo.

La disminución de la brecha de precios fronterizos transforma el panorama económico y los hábitos de consumo de las comunidades locales.

La reducción de la brecha de precios fronterizos refleja cambios económicos que afectan tanto a consumidores como a comerciantes en ambos lados.


La dinámica de precios entre Salto y Concordia ha experimentado un cambio notorio en los últimos meses. Lo que hasta hace poco era una diferencia abrumadora del 180 % se ha reducido a un moderado 22 %. Este cambio no solo es un dato estadístico, sino un reflejo tangible de las transformaciones económicas que se viven en ambas orillas del río Uruguay. Para quienes habitan en estas ciudades fronterizas, esta fluctuación tiene implicancias directas en sus decisiones diarias.

El Índice de Precios de Frontera (IPF), una herramienta creada por el Observatorio Económico de la Universidad Católica de Salto, es clave para entender este fenómeno. Este indicador, liderado por las economistas María José Medín y Gimena Abreu, permite medir las variaciones de precios en una canasta de bienes transables entre ambas ciudades. Pero más allá de ser un número, el IPF se traduce en historias cotidianas: desde el comerciante de Salto que compite con los precios de Concordia hasta la familia que cruza regularmente la frontera buscando maximizar su poder adquisitivo.

Para construir el IPF, el equipo de investigación analiza 60 productos seleccionados que representan una amplia gama de necesidades, desde alimentos básicos hasta artículos de cuidado personal. Los precios son recopilados directamente en los puntos de venta mediante observación directa y entrevistas con los responsables, asegurando que los datos reflejan con precisión la realidad del mercado. Además, los cálculos del índice se alinean con las ponderaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) en Uruguay, lo que añade un nivel de rigor técnico a la medición.

Un factor determinante en la evolución de esta brecha es el tipo de cambio. En Argentina, el dólar paralelo promedio marca la referencia utilizada, mientras que en Uruguay se considera el tipo de cambio oficial publicado por el Banco Central del Uruguay (BCU). Estas variables son esenciales, ya que dictan cuánto cuestan los bienes argentinos cuando se expresan en pesos uruguayos. Por ejemplo, un paquete de fideos o una botella de aceite, que solían ser significativamente más baratos en Concordia, han perdido esa ventaja a medida que el peso argentino se ha debilitado.

El informe más reciente indica que adquirir la misma canasta en Salto cuesta, en promedio, un 21,7% más que en Concordia. Aunque la diferencia sigue favoreciendo a la ciudad argentina, es un contraste significativo con el abrumador 180 % registrado en septiembre de 2023. Este descenso acelerado comenzó con la asunción del nuevo gobierno argentino y la implementación de medidas fiscales que, aunque controversiales, han cambiado el panorama económico. Así, en septiembre de 2024 la brecha ya había caído al 47 %, para luego estabilizarse en el nivel actual.

El motivo detrás de este fenómeno es claro: el encarecimiento de los productos en Argentina. La inflación acumulada en el país vecino hasta octubre de 2024 alcanzó un impactante 104,4 %. Comparado con Uruguay, donde la inflación acumulada en lo que va del año es de solo 5,14 %, el contraste es notable. Este desequilibrio ha hecho que muchos bienes que antes eran mucho más accesibles en Concordia ahora cuestan casi lo mismo o incluso más cuando se consideran los gastos de transporte y cambio de divisa.

El dólar paralelo, una constante en la economía argentina, también juega un papel fundamental. Las fluctuaciones de su valor impactan directamente en los costos internos, lo que a su vez reduce la ventaja comparativa que Concordia ofrece a los consumidores de Salto. Mientras tanto, la estabilidad del peso uruguayo y su inflación controlada han permitido que los precios locales sean más competitivos en comparación.

Estos cambios no son meramente cifras en un informe académico. Tienen implicancias reales en la vida cotidiana. Durante años, cruzar a Concordia para hacer compras era una práctica común entre los salteños. Podían llenar un carrito de supermercado con productos básicos y regresar con un ahorro considerable. Sin embargo, ahora algunos se preguntan si ese viaje sigue valorando la pena. Una madre en Salto, por ejemplo, podría reconsiderar si recorrer kilómetros y hacer cola en la aduana es realmente rentable con una diferencia de precios del 22 %, especialmente cuando el combustible y otros gastos están en juego.

Por otro lado, los comerciantes en Salto podrían encontrar una oportunidad en este cambio. Durante mucho tiempo, competir con los precios argentinos fue un desafío desalentador. Ahora, con una brecha más estrecha, tienen la posibilidad de atraer a clientes que anteriormente optaban por cruzar la frontera. Algunos incluso han comenzado a ajustar sus estrategias, ofreciendo promociones y destacando la conveniencia de comprar localmente.

La relación entre Salto y Concordia va más allá de las meras transacciones comerciales. Estas ciudades comparten una historia y una cultura que trascienden las diferencias económicas. Sin embargo, los números no mienten: la economía es un factor que moldea decisiones, costumbres y, en última instancia, vidas. El IPF es un recordatorio de que las cifras macroeconómicas tienen un impacto directo en las personas, desde cómo llenan su carrito de supermercado hasta las decisiones que toman sobre dónde y cómo gastar su dinero.

Este fenómeno pone de manifiesto cómo las políticas económicas, tanto en Argentina como en Uruguay, afectan de manera concreta a las comunidades fronterizas. Aunque hoy la brecha de precios parece haber alcanzado un equilibrio, su evolución dependerá de cómo ambos países enfrenten los desafíos económicos que se avecinan. Mientras tanto, en los pasillos de los supermercados de Salto y Concordia, estas cifras se convierten en decisiones diarias, en cálculos mentales sobre dónde el dinero rendirá más y en historias que reflejan la resiliencia y adaptabilidad de quienes viven en esta particular región del mundo.


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