Un abuelo dedicado enfrenta desafíos mientras cría a su nieta y lucha por conseguir un empleo que les asegure un mejor futuro.
Un abuelo de 48 años, desempleado desde hace tres años, cuida a su nieta con esfuerzo y amor mientras busca un trabajo estable.
Óscar Carvalho es un hombre que no esperaba volver a cambiar de pañales, mucho menos criar a una niña pequeña. Sin embargo, la vida lo puso en una situación inesperada que, aunque desafiante, le desarrolló el amor y el propósito en formas que no había imaginado. Óscar, padre de tres hijos ya adultos que no viven con él, se convirtió en el principal cuidador de su nieta Xiomara poco después de su nacimiento. Los detalles de cómo llegaron a esta situación son difíciles para él de compartir, pero sus ojos se llenan de emoción al hablar de su vínculo con la niña.
“Creo que Dios me tocó y me hizo entender que yo tenía que tenerla”, cuenta mientras su voz se quiebra ligeramente. “Después que yo la traje, yo me enamoré de la niña”. Así, este abuelo, que alguna vez soñó con un retiro tranquilo, retomó los desafíos de la crianza, enfrentando noches de poco sueño, pañales, biberones y todo lo que implica cuidar a una pequeña.
Xiomara, quien ahora asiste al CAIF, recibe atención y alimentación durante algunas horas al día. Este respiro para Óscar también es un espacio donde ha encontrado apoyo en las madres y los padres de otros niños que acuden al centro. “Son solidarios conmigo”, comenta con gratitud. Aun así, la mayor parte del tiempo, Xiomara depende exclusivamente de su abuelo, quien hace todo lo posible para darle un hogar estable y lleno de cariño.
La casa donde viven, ubicada en Villa Montero, cerca de Pando, fue construida hace años por el propio Óscar. Es una vivienda sencilla, de material, que refleja el esfuerzo de alguien acostumbrado a trabajar duro. Durante casi 26 años, trabajó en una empresa, pero como muchas historias que escuchamos, las vueltas de la vida lo dejaron sin empleo hace tres años. Desde entonces, se las ha ingeniado para mantenerse a flote realizando changas. Aunque estas tareas le ayudan a salir adelante, no han sido suficientes para ofrecer estabilidad económica.
Óscar no es de los que pide ayuda fácilmente. Aunque toda colaboración es bienvenida, asegura que no busca cosas materiales. “No necesito regalos, necesito un trabajo”, afirma con firmeza. A sus 48 años, dice sentirse fuerte, con energía suficiente para trabajar como peón o en cualquier empleo que pueda conseguir. No pone condiciones ni se cierra a oportunidades; solo desea algo que le permita llevar adelante la crianza de Xiomara con un poco menos de incertidumbre.
Es una historia que conmueve, pero también refleja la realidad de muchas personas que, como Óscar, enfrentan los desafíos de la vida con resiliencia y amor incondicional. Él tiene esperanza de que alguien pueda tenderle una mano, no con caridad, sino con la posibilidad de un empleo digno. Para quienes deseen contactarlo, pueden hacerlo al 092 917 441.
Mientras tanto, Óscar sigue adelante, guiado por el amor a su nieta y su fe en que las cosas pueden mejorar. La sonrisa de Xiomara parece ser el motor que lo impulsa a no rendirse, a seguir buscando la manera de ofrecerle una vida mejor. Porque, al final del día, el amor de este abuelo es más fuerte que cualquier adversidad.
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