Las liberaciones generan esperanza, pero también denuncias por las condiciones impuestas a los liberados.
Liberan a más de 130 presos políticos tras protestas en Venezuela, con denuncias de condiciones impuestas en el proceso.
Hubo algo raro en el aire esos días. No se trataba solo del calor pegajoso o las luces de diciembre que empezaban a parpadear en las calles. Algo más se cocinaba, algo que hacía a los teléfonos vibrar con mensajes que se compartían de boca en boca. Y el rumor se confirmó: más de 130 personas salieron de las cárceles.
No cualquiera, ojo. Eran los que habían caído tras las elecciones del 28 de julio, esas donde el oficialismo y la oposición se agarraron con todo, acusaciones de fraude incluidas. Los números decían que Maduro había ganado, pero en las calles se contaba otra historia, y en las protestas no faltaron los gritos, las pancartas... y los arrestos.
El Comité por la Libertad de los Presos Políticos (CLPP) fue uno de los primeros en prender el ventilador con los detalles. Que si en Tocuyito soltaron a 60. Que si en Puerto Cabello fueron 15 mujeres. Cuatro más en Maracay, y para cerrar, 59 en Tocorón. Todo entre el viernes y el sábado, en un apuro que parecía tener fecha de vencimiento: el fin de año.
Los familiares, claro, estaban con el corazón en la boca. Entre abrazos y lágrimas, no faltaba el miedo. Porque los liberados no podían irse sin antes firmar un papel donde, palabras más, palabras menos, aseguraban que todo había sido un trato justo. “Firme acá”, decían los guardias, y de no hacerlo, el papelito que autorizaba la liberación quedaba en el aire. Una forma elegante de mantener a raya cualquier queja, ¿no?
Mientras tanto, en las redes sociales, los mensajes se multiplicaban. "¿A vos ya te avisaron?", preguntaban los que todavía no tenían noticias de sus familiares. La esperanza estaba puesta en que, antes de que el año terminara, todos los presos políticos pudieran estar en casa, levantando una copa y dejando el miedo atrás, al menos por un rato.
Pero no nos engañemos: esto no es el final de la película. Según el Foro Penal, las cárceles de Venezuela siguen albergando a unos 1.900 presos políticos. Una cifra que pesa, como un recordatorio de que en el país, el encierro no siempre es por lo que hiciste, sino por lo que representás.
Así cerraba el año, con liberaciones a cuentagotas y abrazos a medias. En el aire, el susurro de un cambio que, si llega, todavía parece lejano.
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