Autoridades investigan las causas del accidente de un vuelo desviado en condiciones críticas, dejando decenas de víctimas fatales.
El vuelo, desviado por razones de seguridad, terminó en un accidente fatal. Investigue si el avión sufrió daños por metralla o interferencias externas
Este viernes, el mandatario de Rusia, Vladímir Putin, solicitó disculpas a su contraparte de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, por el suceso sucedido el miércoles pasado, cuando un avión de Azerbaijan Airlines (AZAL) chocó cerca de un aeropuerto en Kazajistán. La catástrofe, sucedida mientras la aeronave trataba de aterrizar, resultó en la muerte de 38 individuos de un total de 67 pasajeros.
En una conversación telefónica, Putin manifestó su pesar por lo ocurrido en el espacio aéreo de Rusia, aceptando las circunstancias extraordinarias en las que se produjo el hecho. De acuerdo con el anuncio oficial del Kremlin, el líder ruso expresó su pésame a los parientes de las víctimas y sus más sinceros anhelos de sanación para los lesionados. "El presidente expresó su profundo pesar por que este suceso ocurriera bajo nuestra jurisdicción", subrayaba el comunicado oficial.
El vuelo J2-8243, dirigido por un Embraer 190 que operaba la ruta Bakú-Grozni, intentó varias veces aterrizar en el aeropuerto de Grozni, la ciudad capital de Chechenia. No obstante, la circunstancia en tierra no era la más favorable. De acuerdo con las autoridades de Rusia, en aquel instante, las urbes de Grozni, Mozdok y Vladikavkaz sufrían ataques de drones ucranianos, y los sistemas de defensa aérea rusos se encontraban en funcionamiento para neutralizar tales ataques.
Frente a la imposibilidad de aterrizar en Grozni, el avión fue redirigido hacia el aeropuerto de Aktau, en Kazajistán, lugar donde finalmente sucedió el incidente. La aeronave no consiguió finalizar el proceso de aterrizaje y acabó estrellándose cerca del aeropuerto. La repercusión de esta catástrofe se ha sentido tanto en Rusia como en Azerbaiyán, donde las familias de las víctimas buscan hallar soluciones y alivio.
En una nota divulgada este viernes, Azerbaijan Airlines sostuvo que los primeros hallazgos del estudio señalan que el avión experimentó "interferencias físicas y técnicas externas". Aunque la compañía aérea no proporcionó detalles concretos, estas afirmaciones han reforzado las dudas de que la aeronave podría haber sido impactada por factores distintos a su funcionamiento.
El día previo, representantes del gobierno de Azerbaiyán afirmaron que el avión fue impactado por partículas de un misil antiaéreo mientras se encontraba en vuelo sobre Grozni. A pesar de que las autoridades rusas no han corroborado esta versión, se ajusta al contexto que el Kremlin describió, donde los sistemas de defensa se encontraban en total funcionamiento debido a los ataques con drones.
Aparte de los estudios técnicos, el suceso ha generado una discusión acerca de la seguridad aérea en áreas donde las operaciones militares son habituales. Los especialistas han indicado que volar en áreas con conflictos en curso o acciones bélicas implica riesgos significativos, incluso si los aviones comerciales siguen las rutas preestablecidas. Este caso reafirma la importancia de asegurar acciones extra para salvaguardar a las aeronaves y a sus pasajeros.
Las narraciones humanas que subyacen a la tragedia también han emergido. Dentro de las víctimas se hallaban individuos en trayectos laborales, familias que volvían a sus hogares y viajeros que solo buscaban alcanzar su destino. Un comerciante que regresaba a casa después de una reunión laboral o una pareja joven que tenía planeado una corta visita a Grozni son solo algunos de los impactos que esta tragedia causa para aquellos que quedaron a la espera de noticias que nunca se presentaron.
En términos políticos, este suceso ha intensificado las relaciones entre Rusia y Azerbaiyán. Pese a que Putin trató de mitigar la situación con su llamada a Aliyev, el mandatario de Azerbaiyán ha solicitado una investigación rigurosa para aclarar lo ocurrido y prevenir que sucesos parecidos vuelvan a ocurrir. La posición de ambos gobiernos será crucial para establecer el progreso de las relaciones bilaterales después de este suceso.
En el lugar del suceso, los grupos de investigación siguen laborando para recolectar evidencias y entender con precisión qué sucedió. Los residuos del Embraer 190 se están examinando con detalle, mientras especialistas de ambos países colaboran en el trabajo. Las interrogantes acerca de si el accidente fue resultado de errores técnicos, fallos humanos o elementos externos siguen en juego.
Entretanto, las familias de las víctimas atraviesan un complicado proceso de luto, caracterizado por la ausencia de respuestas explícitas. En Azerbaiyán y Rusia, se han incrementado las expresiones de solidaridad hacia los afectados, aunque para muchos, el consuelo resulta insuficiente ante una pérdida tan significativa.
El suceso también ha activado una alerta sobre los protocolos de seguridad aérea en contextos militares de alta tensión. Asegurar que sucesos como este no se repitan será un reto que involucrará no solo a las naciones implicadas, sino también a la comunidad global.
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