Recortes salariales y laborales generan tensión entre trabajadores mientras el gremio sindical permanece en silencio.
La crisis en la Intendencia de Salto expone ajustes drásticos y un silencio sindical inquietante. Trabajadores afectados reclaman respuestas urgentes ante la inacción de FA-ADEOMS.
En el pasado, bastaba con un atraso en el pago de sueldos o un recorte menor para que ADEOMS armara una escena digna de un teatro político. Las marchas, las denuncias públicas y las acusaciones no se hacían esperar. Sin embargo, hoy, cuando el propio Frente Amplio está al frente de la Intendencia y los trabajadores ven vulnerados derechos históricos como las licencias y los salarios vacacionales, el gremio parece haberse quedado mudo. ¿Qué cambió? Es evidente que las prioridades ya no son los trabajadores, sino proteger al partido y a quienes ahora están en el poder.
Mientras los empleados municipales acumulan días de licencia que no pueden cobrar y sufren recortes que afectan directamente sus economías familiares, ADEOMS se limita a reuniones tibias y comunicados que no trascienden. No hay carpas ni movilizaciones, no hay acusaciones de "ajustes neoliberales" ni llamados a la resistencia. Este silencio no es casual, es el precio de la alianza entre el gremio y el gobierno departamental. ¿Y qué pasa con los trabajadores? Abandonados a su suerte, porque ahora el gremio parece haber cambiado su rol de defensor por el de cómplice.
El Frente Amplio, por su parte, demuestra una vez más que su discurso de defensa de los más vulnerables es solo eso: discurso. En los hechos, las políticas aplicadas por la administración de Salto no solo perjudican a los trabajadores municipales, sino también a la población en general, que sufre la reducción de servicios esenciales. La recolección de residuos, el mantenimiento de calles y otras tareas básicas están al borde del colapso, mientras los responsables se escudan en excusas de desfinanciamiento estructural. Pero, ¿quién generó este desfinanciamiento? El tiempo que llevan al frente de la Intendencia debería haber alcanzado para tomar medidas concretas, y no para seguir culpando al pasado.
Es hora de que la gente de Salto abra los ojos. Este tipo de gestión no puede seguir al frente de los organismos públicos. Si los mismos que prometieron cambios hoy se dedican a justificar recortes y a silenciar a quienes deberían ser su voz crítica, entonces queda claro que su prioridad no son los trabajadores ni la población. Es momento de tomar decisiones drásticas, de exigir transparencia, rendición de cuentas y, sobre todo, de pensar seriamente en renovar el liderazgo político y gremial que ha demostrado ser incapaz de responder a las necesidades de la gente.
El futuro de Salto no puede quedar en manos de quienes hoy callan frente a una crisis que golpea a las familias trabajadoras. El silencio de ADEOMS y la inacción del Frente Amplio son una traición a los valores que dicen representar. La confianza que se les depositó debe ser cuestionada, y es responsabilidad de cada ciudadano reflexionar sobre quiénes son los que realmente están del lado de los trabajadores y del bienestar de la comunidad.
La historia no olvida, y los salteños tampoco deberían hacerlo. Si hoy no levantamos la voz contra esta situación, mañana será demasiado tarde. La oportunidad de cambiar está en nuestras manos. Los responsables de esta crisis deben rendir cuentas, y los espacios de poder deben ser ocupados por personas que verdaderamente representen los intereses del pueblo y no los de un partido o un gremio servil a él.
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