El objeto del robo, un foco de moto, se convirtió en el centro de un caso inesperado que desató críticas y medidas disciplinarias.
Un robo inesperado en un depósito vehicular apunta a un inspector de tránsito y se responsabiliza a la intendencia por falta de controles.
Parece una de esas historias que no se creen ni cuando te las cuentan en confianza, pero pasó. En Salto, una moto terminó en el depósito de tránsito por esas cosas del control vehicular. Hasta ahí, nada fuera de lo común. Pero cuando la dueña fue a recuperarla, algo no cuadraba: el foco delantero, que estaba impecable cuando se llevaron la moto, había desaparecido. “Se lo robaron, pero del depósito”, aseguró.
La sorpresa no fue poca, aunque la indignación fue mayor. El foco, aparentemente, era un modelo diferente, algo más caro y llamativo. Pero lo más curioso fue lo que revelaron las cámaras del lugar: el robo no lo cometió cualquiera. Fue un inspector de tránsito, uno que estaba haciendo una especie de pasantía en la ciudad, enviado desde una localidad del interior.
El caso, aunque menor en el monto del objeto sustraído, levantó revuelo. Porque no es sólo el foco lo que se perdió, sino la confianza. “Esto tiene que salir en los diarios como cualquier otro robo”, reclamaban algunos, dejando claro que no iban a dejar que el asunto se tapara.
El inspector fue identificado, y las autoridades locales no tardaron en tomar medidas: suspendido por 60 días. Eso, por lo pronto. Pero ya se escuchaban rumores de que podría ser desvinculado definitivamente. El dato de color –¡porque siempre hay uno!– es que el tipo tenía banderas de un candidato político en su casa. Eso también se comentó, como si sumará una capa extra al absurdo del episodio.
El detalle que hace aún más irónica la situación es que el inspector, al parecer, no se dio cuenta de que había cámaras grabándolo. Quizá, por venir del interior, no pensó que habría vigilancia en el depósito. Sea como sea, quedó expuesto. Y aunque se confirmó que el resto de los inspectores locales no tenían nada que ver, el episodio dejó un sabor amargo.
“Si esto le pasa a cualquiera, lo publican hasta en los portales”, dijeron los vecinos. Y es que, al final, un robo es un robo, no importa si es un foco de moto o algo más grande. Lo que queda flotando es la pregunta de siempre: ¿hasta cuándo estas cosas?
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