Lo que parecía una tarde tranquila en Salto terminó con dos condenas y reflexiones sobre los límites entre lo cotidiano y lo delictivo.
De un pedido de cigarrillos a una condena judicial. ¿Qué llevó a un hombre a reaccionar con violencia y cómo actuó la Justicia salteña?
El cruce de Blandengues y Batlle se convirtió en escenario de una situación que pocos imaginan al salir de casa. Un hombre de 55 años caminaba por la zona cuando fue abordado por otro que, sin vueltas, le pidió dinero y cigarrillos. La negativa fue el desencadenante de lo que vendría después: un golpe de puño directo al rostro. El agredido, con sangre en la frente y heridas en la boca, no dudó en buscar refugio en el Shopping Salto, donde pidió ayuda.
La Policía llegó rápidamente al lugar tras la alerta al 911. La víctima fue trasladada al Hospital Regional Salto, donde recibió el diagnóstico: "corte en frente e interior de la boca". Pero el caso no terminó ahí. La Justicia actuó con celeridad y, horas más tarde, el agresor, identificado como A.D.L.S.C, escuchó su sentencia: cuatro meses de prisión por lesiones personales. Eso sí, con un beneficio bajo el brazo: la Libertad a Prueba.
Cuando las puertas ajenas se convierten en un hábito
En otro expediente que también pasó por el Juzgado Letrado de Primera Instancia en lo Penal y de Adolescentes de Cuarto Turno de Salto, S.M.F fue condenado por reiterados delitos de violación de domicilio. Su historia es distinta, pero el resultado judicial es similar: cuatro meses de cárcel efectiva, con descuento del tiempo ya pasado tras las rejas.
Este tipo de hechos son lamentablementes, desde un pedido de cigarrillos hasta entrar en casas ajenas, la línea entre lo anecdótico y lo delictivo es más fina de lo que parece.
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