Inflación bajo control, pero con riesgos: las señales amarillas del Banco Central

Inflación, dólar e incertidumbre regional: el Banco Central advierte sobre los riesgos económicos que Uruguay enfrentará.

El informe del Banco Central destaca luces amarillas para el futuro económico del país.

El Banco Central alerta sobre un escenario inflacionario más riesgoso y un dólar aún distante de su equilibrio ideal.


El Banco Central del Uruguay (BCU) presentó su informe más reciente y, entre los números positivos, dejó un mensaje preocupante: los próximos años traerán más incertidumbre que certezas. Aunque el crecimiento económico parece mantenerse en el rango del 3,5%, los riesgos asociados a la inflación, el dólar y la región encienden luces amarillas.

Después de un 2024 marcado por ajustes en el dólar y una recuperación del consumo privado, la inflación muestra señales de resistencia. Si bien el índice sigue dentro del rango meta del BCU (3%-6%), la confianza en que se mantenga así bajó del 65% al 58%. Esto suena técnico, pero para los empresarios significa que el escenario podría volverse impredecible, y para las familias, que los precios podrían golpear más fuerte.

El tan discutido "atraso cambiario" también se moderó en 2024, pasando del 15% al 8%, pero sigue siendo una piedra en el zapato para exportadores y sectores agropecuarios. Uruguay, dependiente de su competitividad en mercados como Argentina y China, enfrenta un dólar que todavía no encuentra su equilibrio con los fundamentos económicos.

Por otra parte, el consumo privado parece haberse consolidado como el motor principal del crecimiento, apoyado en la recuperación de salarios y la menor fuga de consumo hacia Argentina. Sin embargo, esa base sigue siendo frágil y dependiente de factores externos, como la política monetaria de Estados Unidos y la estabilidad regional.

El gasto público, por su parte, jugará en contra del crecimiento en 2025. Sin un presupuesto nuevo, su impacto será limitado, algo que contrasta con la necesidad de inversiones para fortalecer el crecimiento potencial del país. Además, la incertidumbre macroeconómica en la región sigue siendo un factor desestabilizador que Uruguay no puede controlar.

En síntesis, el panorama económico uruguayo combina un crecimiento estable pero condicionado, una inflación que exige atención, y un dólar que, aunque más alineado, aún no convence. El mensaje es claro: el camino hacia 2025 y 2026 requerirá decisiones firmes y un manejo fino de las variables para evitar que las luces amarillas se conviertan en rojas.



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