Intentaron matarlo tras la denuncia: la caída de un odontólogo salteño por abuso sexual

El caso de un odontólogo condenado por abuso sacudió a Salto. Familiares intentaron atacarlo tras conocer el delito.

El caso de un odontólogo condenado por abuso sexual en Salto desató caos: familiares intentaron enfrentarlo con armas tras conocer el delito.

Walter Hugo Oxandabarat, un odontólogo conocido en la ciudad de Salto, dejó de ser un profesional respetado para convertirse en un preso condenado por abuso sexual hacia su propia nieta. En las próximas horas será trasladado a la cárcel para comenzar a cumplir su pena. El caso, que sacudió a la comunidad salteña, expone una vez más cómo los abusos más atroces suelen venir de figuras cercanas y confiables.

Pero la historia tiene un trasfondo más oscuro. Fuentes de la investigación confirmaron a Salto Al Día que la madre de la niña habría intentado atacar a Oxandabarat con un cuchillo al enterarse del abuso por parte del abuelo. Además, familiares del odontólogo fueron a buscarlo al apartamento donde reside, ubicado en el centro de Salto, armados con un revólver. Sin embargo, no lo encontraron. Según las mismas fuentes, el hombre fue llevado a un lugar seguro mientras la Justicia resolvía su situación, que finalmente derivó en una condena firme.

Oxandabarat no es el único caso reciente que generó indignación en Salto. Roque Barla, un edil suplente del Frente Izquierda de Liberación (Fidel) del Frente Amplio, también fue condenado por abuso sexual agravado contra su nieta de tres años. La sentencia estableció una pena de dos años y ocho meses de prisión efectiva, aunque su defensa solicitó que la pena se cumpla en prisión domiciliaria por razones de salud.

La denuncia contra Barla fue presentada en octubre de 2020 por la madre de la víctima, después de que la niña contara lo sucedido. A pesar de tener denuncias previas por acoso, Barla había logrado mantener un perfil público hasta que la Justicia finalmente actuó. La investigación en su caso fue liderada por la fiscal Beatriz Protesoni, quien dejó el expediente en manos de su adjunto Martín Galliazzi antes de ser trasladada a San José.

En el caso de Oxandabarat, la denuncia se presentó hace pocas semanas y el proceso judicial avanzó con rapidez. Las pruebas y los testimonios recolectados fueron suficientes para que la condena llegara sin mayores dilaciones. El odontólogo, que durante años atendió a pacientes en su consultorio, enfrenta ahora un destino completamente distinto: pasará de ser un profesional respetado a un interno más del sistema penitenciario.

La noticia corrió rápido por las calles de Salto, donde los vecinos todavía no terminan de procesar el impacto. “Es fuerte enterarte de esto. Te atendía de toda la vida y ahora te das cuenta de lo que hizo”, comentó un residente del centro salteño. La incredulidad se mezcla con la indignación, y muchos se preguntan cómo alguien tan cercano pudo cometer un acto tan aberrante.

El episodio también pone en evidencia cómo las familias reaccionan ante este tipo de crímenes. La respuesta de los allegados de la víctima fue inmediata y visceral: intentaron encontrar al abusador para enfrentar la situación con sus propias manos. Las autoridades, conscientes del riesgo de que ocurriera un hecho violento, tomaron medidas preventivas para proteger a Oxandabarat hasta que se concretara su traslado a la cárcel.

Con la sentencia ya dictada, solo resta completar ese traslado, que podría darse en cualquier momento. Pero para los vecinos y familiares, el daño ya está hecho. La imagen del odontólogo, que hasta hace poco simbolizaba confianza y profesionalismo, quedó destrozada para siempre.

Por estas horas los salteños intentan digerir esta historia, mientras el eco de otras denuncias sigue resonando. Casos como el de Barla y Oxandabarat demuestran que los abusos no siempre vienen de extraños, sino de personas que están dentro del círculo íntimo, lo que hace aún más difícil para las víctimas y sus familias enfrentar la situación.