Los comercios locales reciben a familias apuradas por los regalos. Las calles vuelven a respirar esa magia que no pasa de moda.
La tradición de Reyes transforma el centro en un desfile de familias, regalos y recuerdos. Comerciantes celebran la movida tras un año difícil.
Una tarde de fines de diciembre, Salto se sacudía el calor y la modorra de la siesta con un ritmo inusual. No era un viernes cualquiera; las calles del centro estaban llenas como en épocas de carnaval, pero esta vez no había murgas ni tablados. Eran las vísperas de Reyes, y los comercios locales vivían un movimiento que recordaba a los tiempos previos a las compras online y al auge de los grandes shoppings.
Las veredas de calle Uruguay, Artigas, y la transitada Larrañaga eran un desfile constante de familias cargando bolsas, buscando ofertas, y revisando listas mentales de regalos pendientes. Los chicos tironeaban de los brazos de sus padres, señalando vidrieras con juguetes que parecían sacados de un cuento de fantasía. Dentro de los locales, los vendedores no daban abasto: “Mucha gente viene a último momento”, decía uno, mientras envolvía apurado una caja de autos a control remoto.
Algunas tiendas extendieron su horario hasta la noche. Es que la fiebre de Reyes tiene algo especial: mueve otro tipo de emociones. Ya no es la compra compulsiva de Navidad, sino una tradición que apela a los recuerdos de infancia, a la magia de dejar los zapatos y esperar que algo aparezca por arte de magia. “A pesar de los tiempos duros, la gente no pierde ese gesto de alegrar a los gurises”, contaba una comerciante que llevaba más de treinta años atendiendo en la zona.
En el aire se sentía esa mezcla de nervios y alegría. Los comerciantes hablaban entre ellos, algunos con sonrisa en los labios y otros haciendo cuentas rápidas. “No sé si es como antes, pero se mueve bastante”, comentaba un almacenero de una esquina clásica. Las ventas eran tema de charla, pero también lo era el reencuentro con clientes de siempre que ahora volvían por algo especial.
Salto había vivido una situación similar en Navidad, según publicó Salto al Día. La gente se volcó a las calles en busca de regalos, en una escena que se repitió ahora para Reyes. Se veía ese apuro característico de los que dejan todo para última hora, pero también la paciencia del que disfruta de elegir cada regalo.
Lo cierto es que los comercios locales sienten este movimiento como una bocanada de aire fresco. Después de un año difícil, la actividad en las calles les devolvió algo de optimismo. En la esquina de Uruguay y Asencio, un vendedor de juguetes miraba cómo el sol se iba ocultando mientras algunos clientes seguían entrando. “Hasta los Reyes, no paramos”, dijo con una sonrisa cansada pero sincera.
Por ahora, Salto sigue su curso, con sus comercios tratando de no perder la magia de esa época del año donde lo comercial y lo emocional se entrelazan. Y aunque no haya datos oficiales de las ventas, lo que se ve en la calle es claro: la tradición de Reyes sigue viva, y eso es lo que realmente importa.
Únete a nuestro canal de WhatsApp
Haz clic aquí para unirteDescarga nuestra app para acceder a Salto al Día en tu móvil:
Descargar App (ZIP)